En esta caricatura de 1919, los ucranianos están rodeados por un bolchevique (al norte, un hombre con sombrero y una estrella roja), un so...
Una interpretación del nombre “Ucrania” es zona fronteriza. Esto debe tomarse en serio. Tierra de frontera tiene que ver con la diversidad y los entendimientos competitivos de la comunidad y la nación.
Siempre son mezclas de personas con diferentes idiomas, religiones y costumbres. Algunos se considerarán parientes de la gente de un lado de la frontera; algunos miran para el otro lado.
En Ucrania, el Oeste (Europa) está a un lado de la frontera, el Este (Rusia) al otro. Entre aquellos en las partes orientales de Ucrania (Donetsk, Lugansk) que tienden a mirar hacia el este se encuentran los descendientes de los campesinos rusos, como los padres del líder soviético Nikita Khrushchev , que a principios del siglo XX llegaron a trabajar en las minas de Donbass.
En zonas fronterizas como Ucrania, generalmente hay historias de origen que compiten entre sí.
Los ucranianos cuentan una historia de los orígenes de la nación ucraniana que se remonta al siglo XI en Kiev, sobreviviendo a siglos de opresión por parte de Rusia y Polonia y, finalmente, emergiendo de las ruinas de la Unión Soviética como un estado ucraniano soberano en 1991.
Para los rusos, las distintas provincias del oeste y del sur ahora llamadas “Ucrania” estaban pobladas por gente fronteriza eslava (ucranianos) que eran esencialmente rusos. Consideraron esta tierra como parte del Imperio Ruso durante siglos.
La prensa ha estado tratando la historia del origen ucraniano como “verdad” y la rusa como “mentiras”, pero las cosas nunca son tan simples. Como todas las historias de origen, ambas son una mezcla de hechos históricos e imaginación política.
Un país moderno
La historia moderna de Ucrania como estado independiente se compone de unos pocos años tumultuosos de una República Popular de Ucrania inestable entre el colapso del Imperio Ruso en 1917 y la consolidación de la Unión Soviética en 1920.
Este mapa, publicado en el New York Times en febrero de 1918, muestra los límites de la República Popular de Ucrania, que existió entre 1917 y 1920. Wikimedia Commons |
Irónicamente, su incorporación a la Unión Soviética como una de sus repúblicas constituyentes originales fue un hito importante en el camino hacia la soberanía nacional. Esta incorporación estableció límites territoriales, reconoció a los ucranianos como la nacionalidad titular de la república y, durante 70 años, ofreció a los líderes comunistas de la república un grado sustancial de autonomía (aumentando con el tiempo) en el gobierno interno de su territorio.
La Ucrania postsoviética ha construido una identidad nacional en torno a la memoria de Holodomor , la hambruna de principios de la década de 1930 que el estado actual de Ucrania y algunos historiadores ven como un castigo que Stalin infligió intencionalmente a los ucranianos. Indudablemente hubo capítulos negros en la historia de la Ucrania soviética, así como de la Unión Soviética en general.
Este mapa muestra las áreas de la hambruna soviética de 1932-1933, con las áreas más afectadas en negro. Ucrania está marcada por el '12'. Wikimedia Commons |
Desde mediados de la década de 1950, el principal funcionario en Ucrania siempre fue un ucraniano, y Ucrania tenía a sus hombres en el Politburó del partido (el principal organismo de formulación de políticas soviético) y una influencia sustancial en los asuntos nacionales soviéticos.
El sentimiento nacionalista y, en última instancia, separatista aumentó en Ucrania durante la perestroika de Gorbachov (1985-1991), pero menos que en los estados bálticos o incluso en el Cáucaso. Todavía en marzo de 1991, el 70% de la población ucraniana votó a favor de permanecer en la Unión. Pero en diciembre, la gran mayoría de los ucranianos votaron por la soberanía independiente. Rusia cedió el control de Crimea a Ucrania y Ucrania cedió su potencial nuclear a Rusia. Ucrania impuso el ucraniano como lengua oficial frente al ruso minoritario, pero hablado por más de 8 millones de los ucranianos asimilados de las regiones del este.
Un mapa de Ucrania en 1993, tras la independencia de Rusia. Wikimedia Commons |
Parientes y amigos
En las últimas semanas, la profundidad y la sinceridad del compromiso con la democracia occidental, el repudio del pasado comunista y el rechazo a la conexión rusa han sido demostrados de manera impresionante por el gobierno y el pueblo ucranianos.
Los rusos cuyos recuerdos se remontan a 30 o 40 años atrás podrían ver la situación ucraniana de manera diferente.
Esto no es solo una cuestión de un autócrata engañado (el presidente Vladimir Putin) que lleva a Rusia a una búsqueda desquiciada de engrandecimiento. Esta es una historia de las actitudes y suposiciones de la mayoría de la población rusa, que hasta ahora ha apoyado a Putin y (al menos antes de la invasión), su política ucraniana.
La terrible y trágica decisión de invadir Ucrania puede haber sido solo de Putin. Las encuestas de opinión rusas previas a la invasión son una guía poco confiable para el futuro. No está claro si la generación post-soviética más joven, en particular, los jóvenes sujetos al servicio militar obligatorio, ven a Ucrania y su actual orientación occidental de la misma manera que sus mayores.
En el caso de Crimea (que, como saben todos los rusos, fue transferida de Rusia a Ucrania en 1954 por un capricho de Jruschov), esta agresión fue esencialmente incruenta. Chechenia fue sangrienta, pero las víctimas no eran eslavas.
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Monumento de la Madre Patria, erigido en Kiev para conmemorar la victoria en la segunda guerra mundial. Foto: Alamy / ACI. |
La disyuntiva ucraniana
Imre Nagy (1956), Alexander Dubcek (1968), Edward Gierek (1981), Mijail Saakashvili (2003), Victor Yushenko (2004) y ahora Volodimir Zelinski son ejemplos de líderes ucranianos que en algún momento de su mandato desafiaron al Kremlin. Con la única excepción de actual presidente de Ucrania, todos ellos sufrieron la represión rusa en forma de invasión, detención o incluso asesinato.
Esta política de tutela que Moscú ha llevado a cabo contra Hungría, Checoslovaquia, Georgia o Ucrania tiene un nombre: doctrina de la Soberanía Limitada, doctrina Breznev o doctrina Primakov.
Se trata de una especie de derecho de veto que se atribuye Moscú para con los Estados que el Kremlin considera que están en su esfera de influencia. Así, según esta interpretación, las decisiones adoptadas por los líderes de estos Estados deben estar dentro de un rango tolerable para Moscú y que no dañe sus intereses.
El origen de tan particular potestad lo tenemos que buscar en una concepción imperial a la que Rusia no ha sido capaz de renunciar. Para Moscú, los estados que formaron parte de la URSS o del Pacto de Varsovia pertenecen a su extranjero próximo y por ello no son dueños al 100 % de su futuro.
Si bien durante el periodo soviético la línea roja que no se podía cruzar era introducir reformas democráticas, ahora es acercarse a Occidente, sobre todo a la OTAN y, en menor medida, a la UE. Sirvan de ejemplo tanto la invasión de tropas rusas en verano de 2008 de Georgia como las revueltas del Maidan en Kiev en 2014.
El origen de las disputas
Si nos centramos en el caso de Ucrania nos damos cuenta de que la estrategia de Rusia viene de lejos, de antes incluso de que Putin estuviera en el Kremlin. Después de la caída de la URSS, Kiev y Moscú acordaron que Ucrania transfiriera sus armas nucleares a Rusia a cambio del respeto a su integridad territorial, a su independencia y a un reparto conjunto de la Flota del Mar Negro.
Estos pactos quedaron plasmados mediante la firma de tres acuerdos internacionales: el memorando de entendimiento firmado en 1994 en el seno de la OSCE; el Acuerdo Bilateral Ruso-Ucraniano de 1998, y un segundo Acuerdo Bilateral Ruso-Ucraniano que extendía el estatus de la flota hasta 2042 y que impedía movimiento de tropas rusas sin previo aviso.
A pesar de este entramado institucional, en el año 2014 fuerzas rusas ocuparon ilegalmente la península de Crimea y la integraron en el territorio de la Federación Rusa. Además de esta anexión, Moscú promovió la independencia de facto del este de Ucrania provocando una inestabilidad que aleja al país eslavo de su integración Euro-Atlántica (OTAN-UE).
Si la integración de Ucrania y Georgia en la OTAN se hubiera consumado, el Mar Negro sería hoy una zona casi al 100 % controlada por la Alianza, dejando muy limitado el control ruso del mismo y, sobre todo, limitando su salida al Mediterráneo.
Queda por ver cómo se sentirán el ejército ruso y los rusos en casa acerca de la matanza de ucranianos, parientes eslavos, en la actual guerra ruso-ucraniana, así como de las continuas tensiones creadas voluntariamente por la OTAN en la zona objeto de conflicto.
En todo caso, si Ucrania es finalmente ocupada, los países que hoy componen la OTAN serán corresponsables ya que, en el año 2008, con todos los deberes hechos, la Alianza Atlántica cerró la puerta a la integración a Ucrania y a Georgia. Los principales detractores de estas dos candidaturas fueron Alemania y Francia.
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