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Cuna de reyes y tumba de princesas y reinas, retiro de validos en desdicha, cómplice en los destinos de León y más tarde en los de Castilla, y desde 1749 hasta 1833, capital provincial de amplio alfoz, incluidas las tierras palentinas de Carrión y hasta las cántabras de la lejana Reinosa. Toro es villa de historia, arte y vino.
A 30 kilómetros al este de la capital, por la N-122, Toro, en Zamora, ocupa un punto estratégico a orillas de Duero que le ha llevado a protagonizar páginas gloriosas de la historia de España. Fue la primera ciudad donde se reconoció a Fernando III como Rey de León. Aquí también nació el rey Juan II de Castilla y León. Y en la localidad zamorana se libró la batalla de Toro entre los Reyes Católicos y los partidarios de Juana la Beltraneja.
Vista panorámica de la vega de Toro |
UN POCO DE HISTORIA
Antiguamente se la conoció como la Arbocala de los vacceos para convertirse en Villa Gothorum en tiempos romanos, a quienes se la arrebató Aníbal sin demasiados miramientos. A los restos del genitivo latino achacan muchos su nombre, mientras que para otros se debe al verraco celtibérico hallado en la ciudad cuando Alfonso III la repuebla en el año 910, y que hoy luce a la entrada del Arco de Santa Catalina.
De esta época data su cerca de cal y canto, cuyos grandes paredones se confunden con otros edificios, al igual que el castillo, del que perviven los muros exteriores y siete cubos. De la segunda muralla, obra quizá del siglo XIII, quedan las Puertas de la Corredera y de Santa Catalina, reconstruidas en los siglos XVII y XVIII, al igual que la esbelta y emblemática Torre del Reloj, alzada sobre la antigua puerta del Mercado del siglo XVIII.
La tradición cuenta que sus obras coincidieron con una terrible sequía, y en el mortero se empleó rico caldo torensano, del que siempre estuvo sobrada la villa, y ante cuyos encantos sucumbieron las plumas del Arcipreste de Hita, de Góngora y de Quevedo. De este vino grueso, recio y hombrachón se dice que "es oro, aunque prieto como el oro" y que "más que beberlo se mastica".
Resulta casi imposible relatar los incontables hechos histórico aquí acaecidos. Doña Elvira, hija de Fernando I, reina en Toro hasta el año 1101, y en su alcázar se ciñe Fernando III la corona de León. María de Molina será señora de la villa desde 1283 y allí pare a sus hijas Isabel y Beatriz. Enrique II convoca Cortes en 1369 y 1371 y Juan I instala su cuartel general durante la guerra con Portugal. Su segunda mujer, Beatriz de Portugal, mora y muere en Toro.
Enrique III celebra Cortes en 1397, y aquí nace su hijo Juan II, quien igualmente las congrega en 1426 y 1442. En sus cercanías se libra la batalla de Peleagonzález en 1476, que marca el triunfo de los Reyes Católicos Frente a Juana la Beltraneja y la posterior expansión de Castilla. Muerta Isabel I, Fernando convoca las célebres Cortes de Toro el 11 de enero de 1505, en las que se juran como reyes de Castilla a doña Juana y don Felipe, y al Católico como regente.
La inscripción de la fachada de la casa de Bustamante, deja constancia de la visita de Santa Teresa para fundar un convento. En 1643 llega el Conde Duque de Olivares a cumplir su destierro; aquí fallece dos años más tarde.
Calle Mayor de Toro, Zamora |
QUÉ VER Y VISITAR EN TORO
Entre la Tierra del Pan y la Tierra del Vino, se asienta a la diestra del Duero sobre una inmensa mole de tierra arcillosa horadada por mil bodegas. Desde el mirador del Espolón, junto a la Colegiata, la vista se pierde en una dilatada vega, la más ancha y fértil de cuantas baña el caudaloso río, antaño apodada el Oasis de Castilla.
El puente, construido entre los siglos XII y XIII con 22 arcos apuntados, preside el espectacular paisaje. Conjunto Histórico Artístico desde 1963, conserva su estructura medieval en forma de abanico, cuyo eje radial parte de la Colegiata.
Palacio renacentista del Conde de Requena. Toro (Zamora) |
Pasear por su calles es pasear por la Historia, y los incontables palacios y mansiones de bellos patios porticados, ventanales enrejados y escudos, pregonan a los cuatro vientos su glorioso pasado. Es el palacio de las Leyes, sede de las famosas Cortes de 1505 y del que el incendio de 1923 solo dejó la portada, el gótico de los condes de Requena, con sus hermosas galerías del patio interior del siglo XV, y hoy ocupado por los Mercedarios, el de los marqueses de Castrillo, del siglo XVI, actual Casa de Cultura, o el del marqués de la santa Cruz de Aguirre de mediados del siglo XIV.
Plaza Mayor de Toro, Zamora |
El Ayuntamiento, levantado a finales del XVIII, preside la hermosa Plaza Mayor. Toro es dueña de uno de los cosos más antiguos de España hecho de madera e inaugurado en 1828, sin olvidar el isabelino Teatro Latorre o la Casa Museo de Delhy Tejero, donde se exhibe la obra de esta pintora nacida en 1910.
Sin embargo, la joya de la ciudad es la Colegiata, uno de los edificios más bellos y armoniosos del románico zamorano, construido por Alfonso VII. Curiosamente, las obras de este templo de peculiar aire oriental se inauguran hacia 1160 con el empleo de piedra caliza basta y elementos constructivos del románico avanzado, mientras que la segunda acometida finaliza en torno a 1240 con piedra arenisca de tono rojizo y dentro de los cánones del oeste cobija el Pórtico de la Majestad, con sus numerosos arcos concéntricos de medio punto cuajado de adornos y esculturas, y decorado con un llamativo policromado del siglo XIII.
Pórtico de la Majestad de la Colegita. Eduardo Alberto Sánchez Ferrezuelo |
En la sacristía guarda el cuadro conocido como La Virgen de la Mosca por el irreverente insecto que posa sobre su rojo manto, atribuido al pintor holandés Gerard David en torno a 1520. Otras curiosidades son una virgen embarazada, cuatro sepulcros torensanos del siglo XVI, la reja, el púlpito y el retablo de la capilla mayor barrocos, y un calvario de marfil y carey, obra italiana de la primera mitad del siglo XVI.
Colegiata de Toro, Zamora |
El resto de los templos que ennoblecen la villa se enmarcan en el románico mudéjar con el ladrillo como protagonista. Las iglesias de San Lorenzo del siglo XIII, en cuyo retablo principal destacan las pinturas del ilustre zamorano Fernando gallego; la de San Salvador, que perteneció a los Templarios y se edificó a finales del siglo XII; la iglesia del Santo Sepulcro, con su barroco Cristo de la Expiración, o la ermita del Cristo de las Batallas, consagrada en 1208 junto al Duero, dan buena cuenta de su exquisito patrimonio.
Tampoco faltan los monasterios, como el del Santo Espíritu, fundado en 1307, con su bello claustro del siglo XVI y un maravilloso artesonado policromado. También son dignos de mención el de Santa Clara, que luce un patio con doble galería de ladrillo del siglo XVIII, o el de las Mercedarias, fundado en 1648 sobre un palacio gótico.
Si de hospitales se trata, se distingue por sus elegantes y fastuosos artesonados el Hospital de la Cruz, fundado por el obispo de Burgos en 1422, o el de las Angustias de la segunda mitad del XVI.
No muy lejos de Toro el viajero podrá continuar su viaje por lugares de interés histórico en la provincia de Zamora como Puebla de Sanabria o el campamento militar romano de Petavonium.
Torre del Reloj de Toro construida sobre un gran arco con bóveda |
FIESTAS Y TRADICIONES
Toro es famoso por sus barriles y olleros de color rojo intenso, y por sus pintorescas fiestas. Los Carnavales se celebran por todo lo alto entre desfiles, pasacalles, y una peculiar boda. La Semana Santa también es sonada, especialmente por la bendición de los conqueros el jueves Santo, que pasan el día pidiendo limosna con una conca o recipiente de madera, y la procesión del Viernes Santo, la más larga de España, que se prolonga desde las doce de la noche hasta el mediodía siguiente.
A lo largo del recorrido por la villa es costumbre beber vino y comer monumentales panes, junto con hojaldre y bollos de aceite. En mayo se festeja la romería del Cristo de las Batallas, con su tradicional chocolatada en torno a las hogueras en espera del alba.
Pero las más renombradas son las de San Agustín el día 28 de agosto, donde además de típicos encierros y del desfile de carrozas, se pone en funcionamiento su Fuente del Vino, en la que los más osados beben de una gran cuba colocada en medio de la plaza mientras las vaquillas y los toros acechan.
Plaza de toros de Toro, Zamora |
BODEGAS SUBTERRÁNEAS
Las bodegas subterráneas de Toro están excavadas bajo las propias casas, se trata de un espacio que junto a cuadras o paneras formaban parte de la propiedad. Su construcción se remonta a la Edad Media y finaliza a principios del siglo XX. Centenares de aprovechamientos subterráneos, en muchas ocasiones espléndidos y en otras muy humildes, que se dejan ver en cualquier calle o plaza, hasta el punto de que la tipología más común de arquitectura civil de Toro, es aquella que incluye dentro del alzado de la fachada del edificio un respiradero o zarcera.
En 2005, tras una centuria de abandono, el Instituto Español de Patrimonio pone en marcha un proyecto de conservación de las bodegas tradicionales de Toro y Tierra del Vino. Se eligieron cinco bodegas de titularidad pública de Toro que son: las del Ayuntamiento, palacio de los Condes de Requena, palacio de Valparaíso, Cámara Agraria y antiguo Hospital.
1. Bodega del Ayuntamiento. Se trata de la bodega aneja a la Casa Consistorial en la Plaza Mayor y propiedad del Ayuntamiento de Toro
2. Bodega de la Cámara Agraria. Se trata de la bodega de la antigua Cofradía de Labradores, localizada en la calle Cerrada, hoy propiedad de la Junta Agropecuaria de Toro o Cámara Agraria.
3. Bodega Histórica del Vino de Toro. Un centro de interpretación y promoción de los vinos de Toro, su historia, sus usos y costumbres y sus muchos aspectos históricos y sociales.
4. Bodega del Palacio de los Condes de Requena. Bajo el suntuoso palacio de los Condes de Requena, de origen gótico, y que conserva uno de los patios renacentistas más monumentales de la provincia de Zamora, en cuyos capiteles están talladas escenas de caza y de tauromaquia.
5. Otras bodegas Tradicionales. A estas bodegas se añaden otras dos bodegas de carácter público o semi-público que son las situadas en el Palacio de Valparaíso y en el Antiguo Hospital, también restauradas por el Instituto Español de Patrimonio.
GASTRONOMÍA
En cuanto a la gastronomías, el caldo torensano y la merluza rellena, al igual que sus sabrosas y reconocidas típicas tapas, se hacen bocados obligados. Igualmente destacables son el arroz a la zamorana y las polkas toresanas.
Como colofón, hay que probar los quesos de la tierra, las deliciosas frutas y conservas, así como el exquisito melocotón al vino.
Más información: Turismo Toro.
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