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El valle de Hecho, en el Pirineo de Huesca , es uno de aquellos rincones de este enclave natural que quizá no está en la primera lista de lugares a visitar, pero que luego no defrauda. Al contrario, el visitante repite. El penúltimo valle aragonés –el último es el vecino valle de Ansó-, antes de llegar a Navarra, presenta una rica historia y una naturaleza variada con un punto de simbolismo que le añade un halo de misterio.
Esta hermosa villa realenga es capital de una comarca cuyos recursos naturales han permitido desde antiguo el desarrollo de una economía de aprovechamiento integral del medio natural. Además, la situación del valle que atraviesa de norte a sur una de las dos ramas del nacimiento del río Aragón y que termina en la Selva de Oza, ha permitido a sus habitantes una existencia en el aislamiento que además de proporcionar estabilidad al equilibrio ecológico de la zona, no ha contaminado las raíces culturales de una zona considerada por el investigador Durán Gudiol, como probable cuna del reino de Aragón.
El valle de Hecho, uno de los pasos pirenaicos más antiguos, ya tenía el calificativo de Summo Pyrenneo en época romana, cuando se abrió la calzada que lo recorría desde la frontera francesa. En el siglo XI, aquí se gestó el antiguo Reino de Aragón a partir de los condados asentados junto al río Aragón Subordán, en cuya cabecera –final de esta ruta– se preserva un legado megalítico que confirma el trasiego de pastores desde tiempos remotos.
Boca del Infierno en el valle de Hecho. El río Aragón Subordán corre por esta garganta, que desemboca frente a la frondosa Selva de Oza. Fuente. David Domingo, Flickr |
Históricamente, tanto el pueblo como el valle, se han escrito Echo, ya que así se escribe aragonés cheso, la lengua local. Val d’Echo se escribe valle de Hecho en castellano. Para continuar, muchas cosas que se experimentan aquí tienen remembranzas metafóricas. Hasta los nombres de los diferentes emplazamientos que hay a lo largo de las rutas, parecen sacados de cuentos tradicionales. La Boca del Infierno, el camino de los Ganchos, el salto de la Vieja, las cascadas de los Gitanos, el refugio de Dios te Salve… todos tienen una sonoridad rotunda y antigua.
El pueblo de Hecho destaca por su conjunto urbano muy bien conservado, presidido por la iglesia parroquial de San Martín, y por su arquitectura tradicional de grandes balconadas en las fachadas de piedra, cubiertas de teja plana de gran pendiente coronadas por las típicas chimeneas de formas cónicas y varios metros de altura. Muchas calles y plazas aún conservan el empedrado original. Embún, Urdués y Siresa son los otros pueblos que se reparten por el término municipal del valle.
Parte del término municipal forma parte del parque natural de los Valles Occidentales con más de 27.000 hectáreas y hábitats, que combinan la alta montaña con los pastizales. Bosques de hayedos, de pino negro, pinares y abetales nos recuerdan que este parque natural tiene influencia atlántica. Las vacas y caballos que pastan libremente comparten territorio con el corzo, la nutria, el quebrantahuesos, el buitre leonado y hasta con algún oso pardo.
Los restos de una calzada romana y muchos monumentos megalíticos son testimonio de la larga historia de este territorio fronterizo. Algunas de las rutas permiten asomarse al lado francés de la montaña para imaginar los esfuerzos históricos realizados para abrir pasos de comunicaciones entre desfiladeros, y también para construir puestos defensivos. Ruinas de torres de defensa, pasos de montaña y albergues van aliñando las rutas con pinceladas de historia.
Paso del Pirineo aragonés. El Valle de Hecho unía en el pasado Huesca con Francia. Hoy forma parte del Parque Natural de los Valles Occidentales. Imagen: ENRIQUE F. FERRÁ |
RUTAS NATURALES
La naturaleza es la protagonista indiscutible de esta escapada. Por toda la zona hay innumerables rutas, desde paseos cortos y fáciles hasta travesías de varios días y con cierta dificultad. También el conocido GR-11, que recorre todos los Pirineos de un extremo a otro, pasa por aquí, y se pueden realizar algunos tramos.
Una de las excursiones estrella, por su espectacularidad pero también sencillez, es el valle de Aguas Tuertas. Esta ruta es apta para todas las piernas, y de hecho es muy popular entre las familias. La subida constante, entre prados y hayedos, tiene premio final: se abre ante la mirada del caminante el amplio valle con el zigzagueante río que le da nombre. El verde donde pastan caballos y vacas se complementa con las flores silvestres de múltiples colores y los reflejos azules de los meandros de agua.
Se puede alargar la excursión atravesando todo el valle y, tras cruzarlo, llegar al ibón de Estanés. Esta ruta ya es más difícil, pero cuenta con la espectacularidad del lago de origen glaciar que se rodea. Otra alternativa es la subida al lago Ibón de Acherito desde Hecho, salvando un desnivel de 600 m. Este idílico lago pirenaico está encajado dentro de un circo de origen glaciar, flanqueado por una corona de cimas escarpadas. El esfuerzo de la excursión queda compensado con el panorama más amplio del valle de Hecho.
Otra de las excursiones estrella es la ascensión al castillo de Acher. En realidad, no es un castillo, sino una montaña que tiene una forma similar a una fortaleza con grandes paredones de roca. Es una ruta muy especial por la gran complejidad geológica.
MEGALITOS
La Selva de Oza es la zona megalítica más rica de todo el Pirineo central. Muestra de ello es el paraje llamado la Corona de los Muertos, donde se han hallado dos dólmenes, y más de 100 círculos prehistóricos que han sido fechados entre el 7000 y 5000 a.C. En el interior de los círculos se han encontrado puntas de flecha de sílex y pequeños utensilios de piedra, son restos de asentamientos que surgieron en la prehistoria y se mantuvieron hasta la época medieval.
Tanta belleza explicaría la presencia del hombre en la zona, de la que dan fe pequeños dólmenes megalíticos que, perfectamente alineados, guardan un claro sentido mágico, religioso y astronómico. Una demostración de la vinculación a la naturaleza que ya tenían los habitantes del valle de Hecho unos cinco milenios atrás. Esta densa y variada floresta está encajada entre altos picos como el Bisuarín (2.668 m), el más elevado.
Valle de Aguas Tuertas. Caminando por esta pradera se pueden ver dólmenes megalíticos y los meandros del incipiente río Aragón Subordán. Imagen: ENRIQUE F. FERRÁ |
El valle de Guarrinza (1.250m) cuenta con siete dólmenes y más de 30 crómlechs, es decir, círculos de piedra, a veces con menhires, a veces rodeando un dolmen. El monolito más visitado es el que se levanta a un extremo del valle de Aguas Tuertas llamado ‘dolmen del salto’, uno de los ejemplares de megalitos mejor conservados del valle.
Al norte de esta pradera surge una confluencia de torrentes que son el eje de diversos itinerarios. La ruta central, por ejemplo, discurre por un camino de fuertes pendientes que pasa junto a la cabaña de pastores Solana de Buxe (1.460 m), en la actualidad un refugio de montaña. El empedrado por el que se camina señala que volvemos a pisar la milenaria calzada romana que llega desde el Puerto del Palo (1.950 m). Este collado, frontera natural y legendaria entre España y Francia, suele quedar sumido durante jornadas bajo las nieblas de influencia atlántica.
En el Centro de Interpretación del Megalitismo Pirenaico que ocupa la antigua Casa Forestal, a ocho kilómetros de Hecho, en la carretera de la Selva de Oza, el visitante puede hacerse una idea de la importancia arqueológica de tal concentración de restos.
CULTURA Y TRADICIONES
En el aspecto cultural destaca el monasterio de San Pedro de Siresa, levantado entre los siglos IX y XIII. Es un conjunto de gran tamaño que evidencia su pasado esplendoroso, siendo una de las joyas del pueblo de Siresa. En su interior destacan un Cristo gótico del siglo XIII, en madera policromada, y una talla de San Pedro labrada en piedra que perteneció al retablo de la catedral de Jaca (siglo XVII).
Cuenta la tradición que, en la pila bautismal, fue bautizado el monarca aragonés Alfonso I el Batallador. Este monumental monasterio fue levantado sobre una anterior iglesia visigótica donde aparecieron las primeras referencias escritas al pueblo de Echo.
Las casa y bordas del lugar (construcciones para usos agrícolas y ganaderos) guardan el estilo y características técnicas de la más pura arquitectura popular altoaragonesa: son de piedra, las más pintadas de blanco, con entradas de arco apuntado o de medio punto, generosas ventanas y balconadas de madera labrada y techumbre de teja plana, fabricada en el valle, siempre rota por las elevadas chimeneas cilíndricas de piedra, rematadas por un casquete donde la mayoría de las veces se alza un ídolo de piedra que hace las funciones de espantabrujas.
En Siresa está también el pequeño Museo del Lavadero, un espacio entrañable repleto de fotos históricas y explicaciones sobre la vida cotidiana de antes. La misma sensación se tiene al visitar el Museo del Horno Vecinal y, ya en Hecho, el Museo Etnológico Casa Mazo, que muestra los modos de vida tradicionales, en un edificio en el que se respetó su estructura original con las características chimeneas cónicas (llamadas espanta demonios) y la cubierta de tejas planas. También se muestran trajes auténticos tradicionales que los chesos –habitantes del valle- llevaban cotidianamente hasta mediados del siglo XX.
El lugar guarda con orgullo sus viejas costumbres, su arquitectura, su folclore y su lengua vernácula, el cheso, pero también abre sus calles y su entorno natural a un turismo creciente que amenaza la perpetuación de ese difícil equilibrio ecológico que durante siglos se ha mantenido en la villa de Hecho y sus alrededores. Una armonía entre el hombre y la naturaleza difícil de conciliar y que determinará el futuro del lugar en un futuro inmediato.
MAPA: BLAUSET |
Cómo llegar: En Huesca tomar la carretera A-132 hasta enlazar, a la altura de Murillo de Gállego, con la A-176 que lleva hasta el pueblo de Hecho. En total, 95 km de ruta. Información Turística de Aragón: Tel. 902 477 000.
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