El recinto de Eanna. Recreación del templo más importante de Uruk, dedicado a su diosa principal, Inanna. Este lugar, que era el centro e...
La concentración de la población en grandes ciudades –Uruk llegó a tener unos 40.000 habitantes– propició un importante desarrollo económico, con la colonización de nuevas zonas agrícolas y la expansión comercial en busca de recursos naturales. Pero también cambió radicalmente la cultura de esas poblaciones.
Un factor decisivo en esta transformación fue la aparición de la denominada escritura cuneiforme, una escritura ideográfica y fonética que originalmente contaba con unos 900 signos y que rápidamente se extendió por todo el Próximo Oriente y se mantuvo en uso hasta el año 75 d.C. La escritura cuneiforme –llamada así por el aspecto externo de los trazos de los signos, que recuerdan cuñas o clavos– fue la primera escritura de la humanidad junto con los jeroglíficos egipcios.
Durante mucho tiempo se creyó que el primer código legal de la humanidad fue el Código de Hammurabi, promulgado por este rey babilonio en torno al año 1755 a.C. Sin embargo, hoy sabemos que fueron los sumerios quienes, casi cuatrocientos años antes, crearon la primera recopilación jurídica de la humanidad: el Código de Ur-Nammu, fundador de la III dinastía de Ur.
Por desgracia, no se ha conservado hasta el momento ninguna versión completa, por lo que se desconocen su extensión y el número exacto de disposiciones legales que contenía. El texto reconstruido a partir de las seis copias existentes evidencia que estaba estructurado en tres partes: un prólogo en el que se explicaba cómo Ur-Nammu, tras ser elegido rey por los dioses, instauró la justicia en todo el país, reformando el sistema de pesos y medidas y protegiendo a los más débiles, de forma que el huérfano no fuera presa del rico y la viuda no fuese presa del poderoso; las «leyes», de las que se conservan tan sólo 88, que planteaban determinados casos de violación de la ley y dictaminaban el castigo correspondiente, y un epílogo que contenía maldiciones contra quien dañara o modificara el texto.
Tanto la estructura como el contenido de algunas de las disposiciones de este código sumerio influyeron en códigos mesopotámicos posteriores, empezando por el de Hammurabi, y a través de éstos en las leyes del Antiguo Testamento y en algunos códigos clásicos como las disposiciones romanas contenidas en la Ley de las XII Tablas.
Los miles de textos en escritura cuneiforme que se han localizado demuestran que los sumerios fueron pioneros en muchos campos de la cultura. Uno de ellos, quizás el más conocido, es la literatura. La mayor parte de los textos literarios sumerios se han conservado en copias del período paleobabilónico (hacia 2003-1595 a.C.) y del reinado del asirio Assurbanipal (669-631 a.C.). Sin embargo, los textos conservados del III milenio a.C. muestran ya los géneros que tiempo después se seguirán copiando en Mesopotamia.
Así, encontramos himnos a templos, divinidades y monarcas; conjuros contra enfermedades; textos sapienciales o morales, mitos que describían acciones divinas o epopeyas que narraban las hazañas de reyes y héroes, entre las que la más célebre es La epopeya de Gilgamesh, que narra las hazañas del rey de Uruk en busca de la inmortalidad.
También en el campo de la ciencia los sumerios demostraron ser pioneros. Es cierto que, dada su mentalidad práctica, no sintieron nunca la necesidad de elaborar tratados que expusiesen de forma sistemática sus conocimientos. Pero los testimonios escritos muestran el gran desarrollo que alcanzaron en el mundo sumerio disciplinas como las matemáticas, la astronomía y la medicina.
En matemáticas, los sumerios disponían de medidas de longitud, capacidad, peso y extensión basadas en el sistema sexagesimal, es decir, en el cálculo en base al número 60 que seguimos empleando en la medición del tiempo (como sucede con los minutos y los segundos) y de los ángulos (los ángulos de cualquier triángulo suman 180 grados, un múltiplo de 60). La ventaja del sistema sexagesimal es que el número 60 constituye el número menor con más divisores (1, 2, 3, 4, 5 y 6), lo que facilita el cálculo de fracciones.
Es en astronomía donde los sumerios realizaron los avances más notables. Así, cabe atribuirles el establecimiento del modelo geocéntrico –la posición central de la Tierra en el universo– que, con ciertas variaciones, se mantendría hasta la revolución científica de los siglos XVI y XVII. Para los sumerios, el universo se dividía en tres partes: el cielo, donde estaban los astros; la Tierra, habitada por los seres vivos y que flotaba sobre un océano de agua dulce, y el inframundo, donde moraban los difuntos. La Tierra tenía una forma rectangular que abarcaba el mundo conocido en el III milenio a.C., desde el mar Mediterráneo y el lago Urmía, al norte, hasta el golfo Pérsico, al sur.
Entre los diferentes astros del cielo, los sumerios conocían, además del Sol y de la Luna, los cinco planetas del sistema solar que son visibles sin ayuda de un telescopio: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Entre estos planetas, el mejor conocido era Venus, que identificaron con Inanna, la diosa del amor y la guerra. A los avistamientos matutino y vespertino de este planeta los denominaron «Inanna del alba» e «Inanna de la tarde», precedentes de nuestras expresiones «Lucero del alba» y «Lucero de la tarde».
El calendario lunar
Por su parte, la Luna era el astro más importante para los sumerios, dado que tenían un calendario lunar, es decir, basado en las fases de la Luna. Cada mes tenía 29 o 30 días, y el año, unos 354 días. Esta duración más breve del año lunar respecto al año solar de 365 días, del que dependen las estaciones, originaba un desfase que los sumerios intentaron subsanar introduciendo –con la misma finalidad de nuestro año bisiesto– un mes intercalar cada dos o tres años, aunque los sumerios nunca lograron corregir este desfase.
El calendario lunar estaba muy relacionado con el ciclo de las celebraciones religiosas. En dos cilindros conservados en el Museo del Louvre se explica cómo el rey Gudea construyó hacia 2100 a.C. un templo para el dios Ningirsu, quien aceptó la oferta coincidiendo con el inicio del año nuevo sumerio. «El año terminó y el mes fue completado. Dio inicio un nuevo año, un mes empezó y pasaron tres días en ese mes».
Los sumerios no dispusieron nunca de un único calendario, sino que siempre hubo varios, pues los nombres de los meses diferían según la provincia. Pese a ello, estos calendarios poseían rasgos comunes: eran lunares y el año solía empezar en marzo/abril. Únicamente a inicios del II milenio a.C. se impuso el calendario de Nippur, cuyos nombres (con ciertas variaciones respecto a los del III milenio a.C.) aparecen en el cuadro contiguo. No hay evidencias documentales sobre el momento en que se desarrollaron por primera vez estos calendarios ni qué circunstancias los determinaron. Sin embargo, se tiende a suponer que uno de los factores más importantes en su adopción fueron las necesidades administrativas, ya que los escribas tenían que realizar a finales de cada año unos balances detallando los ingresos y gastos mensuales.
Una medicina incipiente
Junto a las matemáticas y la astronomía, los sumerios también destacaron por sus conocimientos de medicina. Los arqueólogos han hallado varias tablillas que contienen las primeras recetas médicas de la historia. Estas recetas incluían una descripción de la patología, el listado de productos necesarios y las instrucciones para preparar y aplicar el remedio, que se efectuaba mediante cataplasmas, pociones o una especie de lavado.
Estas recetas muestran el estado notablemente avanzado de la farmacología sumeria, a pesar de las dificultades en la identificación de las patologías con enfermedades concretas. Sin embargo, permiten captar los sofisticados métodos que tenían los sumerios para obtener sustancias como álcali en polvo y el nitrato potásico o salitre.
Para saber más:
Samuel Noah Kramer. La historia empieza en Sumer. Alianza, Madrid, 2022.
Ana Martos Rubio. Breve historia de los sumerios. Nowtilus, Madrid, 2012.
Anónimo. La epopeya de Gilgamesh. Penguin, Barcelona, 2015.
Bertman, S. Handbook to Life in Ancient Mesopotamia. Oxford University Press, 2005.
Kriwaczek, P. Babylon: Mesopotamia and the Rise of Civilization. St. Martin's Griffin, 2012.
Leick, G. The A to Z of Mesopotamia . Scarecrow Press, 2010.
Van De Mieroop, M. A History of the Ancient Near East ca. 3000-323 BC. Blackwell Publishing, 2006.
Wise Bauer, S. The History of the Ancient World. W W Norton & Company, 2006.
Andrews, Evan, 9 Things You May Not Know About Ancient Sumerian, history.com, 2015, http://www.history.com/news/history-lists/9-things-you-may-not-know-about-the-ancient-sumerians
History.com staff, Persian Gulf War, history.com, 2009, http://www.history.com/topics/persian-gulf-war
Mark, Joshua, Sumeria, Ancient History Encyclopedia, http://www.ancient.eu/sumer/)
Smitha, Frank E., Civilization in Mesopotamia, http://www.fsmitha.com/h1/ch01.htm
Sumerian Shakespeare, http://sumerianshakespeare.com/21101.html
Sumerian Art From the Royal Tombs of Ur, History Wiz, http://www.historywiz.com/exhibits/royaltombsofur.html
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