magallanes, elcano, vuelta al mundo
06 septiembre 2022.- La aventura de Magallanes-Elcano duró tres años llenos de peligros. De Sevilla partieron 5 naves y solo regresó una. De los 237 hombres que se embarcaron sólo volvieron 18. Un viaje poco productivo y pleno de calamidades, resultado de la firma del Tratado de Tordesillas entre las coronas de Portugal y Castilla.
En tiempos de Elcano, los marinos podían determinar con precisión la latitud (la posición norte-sur de un barco) teniendo como referencia la altura del Sol y de las estrellas sobre el horizonte. Pero la longitud (la posición este-oeste) no se pudo establecer con exactitud hasta el siglo XVIII; antes sólo se podía estimar según la velocidad de la nave y el tiempo de navegación transcurrido, que proporcionaban la distancia recorrida. De ahí la dificultad para determinar sobre el terreno por dónde discurría el antimeridiano de Tordesillas, y si, como esperaba Carlos V, las Molucas y sus especias se encontraban en la parte del globo que correspondía a España.
En un exceso de prudencia, Magallanes hizo testamento en Sevilla el día 24 de agosto de 1519. En él nombró heredero a su hijo Rodrigo (fruto de su relación con Beatriz, la hija de Barbosa) y a cuantos vástagos resultaran del nuevo embarazo de su esposa.
El portugués Fernando de Magallanes tenía 39 años cuando inició su viaje a las islas de las especias. Era un navegante experto que ya había viajado durante cinco años por las Islas Orientales a lo largo de las costas africanas, a través del cabo de Buena Esperanza. En febrero de 1518 fue a Valladolid a convencer al emperador Carlos V de las ventajas para Castilla de abrir una ruta occidental a las Molucas ya que, por el Tratado de Tordesillas, la ruta africana estaba reservada a los navegantes portugueses.
Calos V aprobó el viaje y nombró a Magallanes almirante de una flota que año y medio después estuvo lista para partir. En 1519 salieron del puerto de Sevilla cinco naves: la nao almiranta Trinidad con Magallanes, la más pequeña Santiago al mando de Joäo Serräo, la San Antonio, el navío más grande, al mando de Juan de Cartagena, la carabela Concepción a cargo de Gaspar Quesada y la Victoria capitaneada por Luis de Mendoza, con Juan Sebastián Elcano como contramaestre.
El portugués Fernando de Magallanes tenía 39 años cuando inició su viaje a las islas de las especias. Era un navegante experto que ya había viajado durante cinco años por las Islas Orientales a lo largo de las costas africanas, a través del cabo de Buena Esperanza. En febrero de 1518 fue a Valladolid a convencer al emperador Carlos V de las ventajas para Castilla de abrir una ruta occidental a las Molucas ya que, por el Tratado de Tordesillas, la ruta africana estaba reservada a los navegantes portugueses.
Fernando Magallanes |
Calos V aprobó el viaje y nombró a Magallanes almirante de una flota que año y medio después estuvo lista para partir. En 1519 salieron del puerto de Sevilla cinco naves: la nao almiranta Trinidad con Magallanes, la más pequeña Santiago al mando de Joäo Serräo, la San Antonio, el navío más grande, al mando de Juan de Cartagena, la carabela Concepción a cargo de Gaspar Quesada y la Victoria capitaneada por Luis de Mendoza, con Juan Sebastián Elcano como contramaestre.
“Los capitanes españoles estaban enfrentados a Magallanes por la única razón de que el almirante era portugués y pensaban estaba trabajando en secreto para la corona portuguesa".
La mayoría de la tripulación era española pero había más de treinta portugueses, otros tantos italianos, una docena de franceses y flamencos y hasta un inglés, que era maestro artillero.
La mayoría de la tripulación era española pero había más de treinta portugueses, otros tantos italianos, una docena de franceses y flamencos y hasta un inglés, que era maestro artillero.
Recreación artística de la salida desde el puerto de Sanlúcar |
Magallanes estableció un reglamento muy severo de navegación y disciplina en las relaciones entre almirante y capitanes que no fue bien recibido por éstos porque les pareció que el almirante los trataba con desdén.
El “reparto del mundo” según el Tratado de Tordesillas. |
Al mediodía del 10 de agosto de 1519, tras aprovisionar los barcos y asistir a la preceptiva misa en la iglesia de Santa María de la Victoria del barrio de Triana, las cinco naves iniciaron partieron desde el muelle de las Mulas e iniciaron el descenso por el Guadalquivir hasta Sanlúcar, a unas veinte leguas de Sevilla, donde se completó el abastecimiento de la escuadra. El 20 de septiembre de 1519 las cinco naos abandonan Sanlúcar camino de Tenerife donde llegaron seis días después entrando en el puerto de Monterroso, para cargar agua potable y leña.
Retrato de los cinco barcos de la expedición: Trinidad, San Antonio, Concepción, Santiago y Victoria. |
El 3 de octubre pusieron rumbo al sur a lo largo de la costa africana navegando en dirección a Cabo Verde, Guinea y Sierra Leona. Tras pasar la línea de ecuador, la escuadra puso proa al sur-suroeste, rumbo a Brasil, en manos del rey de Portugal.
“La quietud, la vida monótona a bordo y el reducido espacio para tantos hombres, provocaban continuo malhumor y malestar"
Al llegar a las costas brasileñas, las cinco naves fondearon en el cabo de San Agustín donde se aprovisionaron de productos frescos. El calor era sofocante y tras varios días de descanso e intercambios con los nativos, las naves emprendieron rumbo al sur siguiendo la línea de costa. El 13 de diciembre de 1519 llegan a la bahía de Río de Janeiro donde permanecieron 13 días en compañía de los nativos brasileños.
El 27 de diciembre ponen rumbo al sur. Al llegar a los 34º de latitud encuentran un gran río de agua dulce (el Río de la Plata), ya descubierto por Juan de Solís tres años antes creyendo que era el canal de paso al mismo mar que seis años antes había descubierto Nuñez de Balboa en Panamá. Tras navegar por el río varios días, la expedición pone rumbo al sur en busca del paso occidental hacia las Molucas.
Al llegar a las costas brasileñas, las cinco naves fondearon en el cabo de San Agustín donde se aprovisionaron de productos frescos. El calor era sofocante y tras varios días de descanso e intercambios con los nativos, las naves emprendieron rumbo al sur siguiendo la línea de costa. El 13 de diciembre de 1519 llegan a la bahía de Río de Janeiro donde permanecieron 13 días en compañía de los nativos brasileños.
El 27 de diciembre ponen rumbo al sur. Al llegar a los 34º de latitud encuentran un gran río de agua dulce (el Río de la Plata), ya descubierto por Juan de Solís tres años antes creyendo que era el canal de paso al mismo mar que seis años antes había descubierto Nuñez de Balboa en Panamá. Tras navegar por el río varios días, la expedición pone rumbo al sur en busca del paso occidental hacia las Molucas.
Instrumentos de navegación de la época: brújulas, cuadrantes de madera, cartas de marear y astrolabios |
Todas las tardes los capitanes subían por turno a la nao capitana para rendir informe al almirante. Todos se mostraban molestos y desconfiados, en particular Juan de Cartagena, pues los víveres menguaban, llegaba el invierno y no existía atisbo de encontrar el tan ansiado paso. Fondearon cinco meses en el puerto de San Julián, bien abrigado de los vientos y el oleaje. Un lugar árido y despoblado, un tiempo gris y frío, donde pasaron el invierno. Durante esta invernada, Magallanes envió al Santiago a reconocer la costa sur, con tan mala fortuna que el barco naufragó a unas 100 millas, arrastrado por un fuerte oleaje contra los escollos de la costa. La tripulación se salvó de milagro y los hombres fueron asignados a las otras naves.
“Los capitanes españoles sospechaban que Magallanes tenía en su poder un mapa secreto que dibujaba el paso al otro mar, un mapa que atesoraba el rey de Portugal".
2022 nos recordará el 500 aniversario de la mayor hazaña marítima de todos los tiempos. La primera circunnavegación de la tierra. Una increíble aventura de unos 80 mil km y tres años de duración iniciada por dos grandes marinos, el portugués Fernando Magallanes y el guipuzcoano, Juan Sebastián Elcano que sólo este último pudo completar. De las cinco naves que partieron sólo una, la nao Victoria completó esa vuelta al planeta
Ruta del viaje de Magallanes-Elcano. Fuente: Wikimedia. |
Tras dos meses anclados en el puerto de San Julián, se registra una conjura contra Magallanes liderada por los capitanes españoles de las otras tres naves. No obstante, la conjura fue rápidamente sofocada por el almirante y los tres capitanes españoles fueron muertos o abandonados en tierra, caso de Gaspar Quesada.
Durante la estancia en San Julián tuvieron ocasión de ver a los patagones, nativos nómadas de gran envergadura y que dan nombre a la Patagonia. Con ellos intercambiaron regalos en prueba de amistad. El 21 de agosto de 1520 la flotilla pone rumbo al sur costeando la Patagonia sin éxito aparente en su exploración.
El 21 de octubre, tras doblar el cabo de las Once Mil Vírgenes, entraron en una bahía. A pesar de la desesperanza de la tripulación, Magallanes envía la San Antonio y la Concepción a explorar el final de la bahía, mientras que la nao capitana y la Victoria permanecen en la bahía bajo un fuerte temporal de 36 horas. Tras dos días de espera, regresan las dos naves exploradoras que confirman la viabilidad del estrecho, que Magallanes llamó de Todos los Santos, donde se abrían dos canales. En la exploración de los dos canales se produjo la deserción del San Antonio que, liderado por un despechado Esteban Gómez, puso rumbo a España tras prender al capitán Álvaro de Mezquita.
Magallanes, en el estrecho. Antes de cruzarlo perdió la Santiago, que naufragó, y la San Antonio, cuya tripulación se rebeló contra el capitán Mezquita y volvió a España. Foto: AKG / Album.
Mapa de estrecho de Magallanes y la ruta que siguieron las cuatro naos que quedaban en la expedición |
Las tres naves restantes atraviesan el estrecho de la Tierra de Fuego y ponen proa al noroeste, hacia las islas de la Especiería. Cada día recorrían unas sesenta a setenta leguas en un mar tranquilo al que llamaron Pacífico.
“La navegación desde Tierra de Fuego hasta las Filipinas estuve llena de calamidades, hambre y sed. Dos meses sin productos frescos, a base de galletas y cuero de vaca, con el agua podrida y el escorbuto afectando a buena parte de la tripulación".
El 24 de enero de 1521 finalmente avistan tierra a la altura de los 20º de latitud en una isla llamada Cipango. Después, tras tres meses de tranquila navegación, el 6 de marzo de 1521 avistaron tres islas montañosas que llamaron las islas de los Ladrones, la isla de los Cocoteros, Zuluán hasta la isla de Butuán donde arribaron el 28 de marzo de 1521.
Si Magallanes es recordado por la travesía del estrecho que lleva su nombre y del Pacífico, Elcano lo es por la gesta náutica extraordinaria que completó la circunnavegación del planeta.
En Butuán, Magallanes desembarcó para entrevistarse con Colambu, rajá (rey) de Butuán y de Massana, isla próxima. Magallanes se sirvió de Enrique de Malaca, un esclavo nacido en Sumatra, que actuó como intérprete con los nativos. Colambu trató a los expedicionarios con cortesía y hubo intercambios de regalo entre ellos. El 31 de marzo, Domingo de Pascua, el almirante tomó posesión de la isla para España en dos actos solemnes, instalando la cruz cristiana a modo de estandarte del Emperador. La cruz fue adorada por cristianos y butuaneses bajo la promesa de que si los nativos la adoraban, ni los rayos ni las tormentas les harían daño.
Tres días después, con el rey Colambu como guía, las tres naos navegaron rumbo a la isla de Cebú para avituallarse y comerciar. Allí se presentaron en son de paz al rajá de la isla, Humabón, con quien Magallanes cerró un acuerdo de comercio en exclusiva con su isla. Era 9 de abril de 1521.
“En Cebú había otras villas: Cingapola, Mandani, Lalan, Lalutan..., cuyos caciques obedecieron y pagaron tributo a Magallanes, excepto en Mactán".
En Cebú, Magallanes bautizó en la fe cristiana al rey, la reina, sus damas y muchos indios de villas y ciudades de la isla. En las aldeas que se negaban a sustituir sus ídolos por la cruz, los castellanos quemaban las casas y embargaban los bienes locales. Humabón, ahora cristiano y llamado Carlos, juró fidelidad y sumisión al rey de España.
Mactán, isla cercana a Cebú, estaba gobernada por dos jefes vasallos del rajá Carlos Humabón, Zula y Cilapu Lapu. Zula reconoció la autoridad del rey de España, pero Cilapu Lapu no lo hizo. Magallanes, convencido de su superioridad en armamento, decidió castigar la insumisión y, con apenas 49 hombres, se enfrentó a cerca de mil quinientos guerreros nativos.
Varios hombres fueron muertos y Magallanes resultó herido de gravedad por una flecha envenenada que le traspasó un muslo, y otra herida en un brazo. Magallanes falleció el 27 de abril de 1521 y los expedicionarios decidieron regresar a Cebú. Cilapu Lapu no entregó el cuerpo de Magallanes ni de los demás soldados muertos por considerarlos trofeos de guerra.
Representación artística de la muerte de Magallanes (siglo XIX). |
“Tras la muerte de Magallanes, lo inmediato era elegir al nuevo capitán de la escuadra. A falta de unanimidad, se acordó nombrar dos gobernadores: Duarte Barbosa, cuñado de Magallanes, tomó el mando del Trinidad y el españolizado, Juan Serrano, quedó a cargo del Concepción y del Victoria".
En esta tesitura, el intérprete malayo Enrique, por codicia o despecho se conjuró con el rajá de Cebú contra los españoles a los que, en una celada, atacó con la intención de quedarse con las naves. En la escaramuza, los capitanes Juan Serrano y Barbosa fueron muertos y el resto tuvo que huir a las naves y zarpar de inmediato.
Juan Sebastián Elcano (1476-1526) |
Abandonaron Cebú a toda vela anclando a 18 leguas en la unta de la isla de Bohol. De los 237 hombres que salieron de Sevilla, sólo quedaban vivos 114 con unas tripulaciones insuficientes para manejar las tres naos. Decidieron agruparse en dos naves, la Trinidad y la Victoria, y tras pasar las mercancías y pertrechos de la Concepción, la prendieron fuego. Al faltar Juan Serrano, el piloto vasco Juan Sebastián Elcano, de 34 años, tomó el mando de la Victoria. A su vez, el piloto Juan Carvajo tomó el mando de la Trinidad.
Estatua de bronce de Cilapu-Lapu en Mactan. Wikimedia Commons |
Desde Bohol, la expedición recorrió las islas de Mindanao, Luzón y Borneo donde arribaron el 8 de julio de 1521, donde fueron bien recibidos por el rajá de la isla, Siripada. Aprovecharon la estancia en la isla para reparar las naves permaneciendo en Borneo hasta el mes de octubre, momento en el que zarparon en busca de las Molucas donde, tras varias peripecias con los nativos, llegaron a la isla Tidor, en las Molucas, el 7 de noviembre de 1521.
“Los portugueses habían llegado a las Islas Orientales hacía 16 años. No se extrañaron de la expedición española pues daban por sentado que en Europa se supiera el descubrimiento portugués de las Molucas tarde o temprano".
El sultán Manzor de la isla les dio la bienvenida y pudieron comerciar libremente. Durante la estancia en la isla, recibieron la visita de los reyes de otras islas próximas. Finalmente, tras cargar especias como el clavo, la nuez moscada y el jengibre, se programó el regreso a España. Pero la Trinidad presentaba problemas de navegación que requerían tiempo para su reparación. Así, el capitán Juan Carvajo y 53 hombres de la Trinidad decidieron quedarse en la isla. El 21 de diciembre de 1521 la Victoria, con un cargamento de especias ajustado a su capacidad, levó anclas, izó sus velas y se hizo a la mar con 47 europeos y trece indígenas.
LAS BARATIJAS, MONEDA DE PAGO. La flota de las Molucas llevaba una buena provisión de baratijas, como peines, anzuelos, tijeras, espejos y cuchillos, así como cascabeles y cuentas de vidrios de colores. A cambio, los nativos les ofrecían pescado, frutos diversos y bebida.
El regreso a España se realizó haciendo escala en la isla de Timor, en la indonesia de Sumatra y Java. El 11 de febrero de 1522 zarpan de Timor en dirección al Cabo de Buena Esperanza, en la punta sur de África, a 34º latitud sur y 1.700 leguas de Malaca. Doblar el cabo les supuso hacer frente a fuertes vientos, un frío intenso y hambre. La carne se había podrido y sólo les quedaba arroz y agua como alimento. Muchos hombres enfermaron y una fuerte tempestad dañó el barco abriendo vías de agua que era preciso achicar continuamente.
Algunos hombres propusieron ir hacia Madagascar y desembarcar en Mozambique donde había un establecimiento portugués. Pero Elcano insistió en no rendirse y regresar a España. Por fin, el 6 de mayo de 1522 doblaron el cabo aunque perdieron a 21 hombres, entre indios y cristianos. Tras dos meses de angustiosa navegación en dirección noroeste, hicieron escala en Cabo Verde, terreno enemigo pues era colonia portuguesa, en busca de víveres.
“La expedición Magallanes-Elcano cerró el mundo, comprobó su esfericidad y supuso la primera globalización".
La Victoria fondeó al sur de la isla Santiago y, gracias a un ardid, convencieron a los portugueses de que regresaban de América y sólo querían abastecerse. Cargaron arroz y algún otro alimento. El 10 de julio de 1522 zarparon en dirección norte evitando el abordaje de unas carabelas que deseaban apoderarse del barco. El sábado 6 de septiembre de 1522 la Victoria entró en la bahía de Sanlúcar. Habían dado la vuelta al mundo y navegado 14.460 leguas.
POR FIN EN CASA. Los marineros que han completado la vuelta al mundo descienden de la Victoria con cirios en la mano para cumplir una acción de gracias. Óleo por Elías Salaverría Inchaurrandieta, 1919. Museo Naval, Madrid.
A bordo del Victoria iban 18 hombres y 3 indios, enfermos, mal vestidos y hambrientos. Trece se quedaron Cabo Verde, unos pocos desertaron en Timor, otros fueron ejecutados por cometer algún delito y los demás habían muerto de hambre durante la travesía. El lunes 8 de septiembre avistaron la torre Giralda de Sevilla.
“Una gran aventura y proeza en materia de circunnavegación, pero una empresa inútil desde un punto de vista comercial, pues para entonces Hernán Cortés había “conquistado” el Yucatán y resultaba más fácil y económico viajar a las Islas de la Especias desde allí. La ruta a través del estrecho de Magallanes no se volvió a utilizar con fines comerciales".
Memorial en Sanlúcar de Barrameda |
El carácter de Elcano queda patente en la carta que envió a Carlos V el 6 de septiembre de 1522, nada más llegar a la Península. En ella, refiriéndose a sus compañeros, pide al emperador (tuteándolo) que «por los muchos trabajos y sudores y hambre y sed y frío y calor que esta gente ha pasado a tu servicio, les hagas merced de la cuarta parte de las cajas y una veinteava parte de los quintales [de clavo]».
También se acuerda de los trece hombres capturados por los portugueses en Cabo Verde, y le ruega que acuerde su libertad con el rey de Portugal. Más adelante, en noviembre, Elcano enviaría una nueva carta al soberano, esta vez pidiéndole varias mercedes para sí mismo, a lo que el emperador respondió: «Nuestra merced y voluntad es que haya y tenga de Nos por merced asentados en esa casa para en toda su vida quinientos ducados de oro en cada un año».
Generosísima pensión anual... que el marino nunca cobró. En 1533, siete años después de morir Elcano, su madre aún pleiteaba con la Real Hacienda para cobrarla. Y tampoco la recibió.
Elcano escribe al emperador. Texto de la carta que Elcano dirigió a Carlos V pidiéndole que recompensara a los supervivientes de la travesía. Se conserva en el Archivo General de Indias, en Sevilla. Foto: Archivo General de Indias, Sevilla.
En 1525, Elcano volvió al mar y se convirtió en jefe de navegación de la expedición de Loaísa dirigida por el noble español García Jofre de Loaísa para reclamar las Islas Molucas para el rey Carlos I de España. La expedición fue un fiasco. Tanto Elcano como Loaísa y muchos otros marineros murieron de desnutrición en el Océano Pacífico, pero los sobrevivientes llegaron a su destino y algunos lograron regresar a España.
Inmediatamente después del regreso del Victoria, barcos europeos intentaros replicar el viaje. Sin embargo, no fue sino hasta el viaje de Sir Francis Drake en 1577 que alguien logró hacerlo de nuevo. El conocimiento obtenido del viaje de Magallanes avanzó inmensamente la ciencia de la navegación en ese momento.
Mapa del cartógrafo alemán Heinrich Scherer, de 1702, que representa la vuelta al mundo de la nao Victoria. |
"Parece fuera de dudas que Elcano, al que en su Guetaria natal se le suelen hacer frecuentes homenajes, se convirtió en héroe casi por casualidad, un advenedizo a la gloria. La aventura que él culminó, financiada por la corona de España y comerciantes sevillanos, fue ideada, planificada y abordada por un portugués que renegando de su rey acabó sirviendo a otro extranjero".
¿QUIÉN ERA EL SIRVIENTE DE MAGALLANES, ENRIQUE DE MALACA?
Fue capturado como esclavo en la península de Malaca y, tras una breve estancia en España, acabó mediando como intérprete entre los conquistadores y los indígenas durante la famosa expedición de Magallanes.
Sobrevivió a la furia de las olas bajo la tormenta, resistió el embate de epidemias, hambrunas y motines a bordo de un navío y venció a la muerte a su paso por tierras inhóspitas, pero al final de sus días se lo tragó la historia. Poco se sabe hoy del esclavo que Fernando de Magallanes capturó en 1511 durante una expedición portuguesa a través del Índico hasta las «islas de la especiería».
En los cuadernos del cronista de la flota, Antonio Pigafetta, se le menciona como Enrique de Malaca, ciudad costera de Malasia y uno los puertos más importantes de sudeste asiático. Allí le fue arrebatada la libertad, no se sabe si a punta de espada o mediante transacción con los comerciantes locales. Algunos historiadores sugieren que pudo tratarse de un príncipe filipino, víctima de una traición para desterrar definitivamente sus ambiciones al trono. Noble o plebeyo, no tuvo tiempo de despedirse de su familia. Cuando se subió al navío, la tripulación le echó no más de 15 años. Todos lo llamaban Enrique El Negro, aunque su verdadero nombre nunca lo sabremos.
ENRIQUE DE MALACA MEMORIAL PROJECT |
Magallanes regresó de Malaca con una fortuna que no le duró demasiado ni le eximió del desprecio del rey Manuel I de Portugal cuando, en 1516, trató de recaudar fondos para una nueva expedición a las Américas. Acusado de comerciar ilegalmente con los moros durante la batalla de Azamor, probó fortuna a instancias de la Corona española, al igual que había hecho Colón. Aunque la Casa de la Contratación rechazó inicialmente su proyecto, consiguió finalmente entrevistarse en privado con Carlos I, al que convenció de utilizar una pequeña treta cartográfica en favor de los intereses de España.
Según el reparto del mundo que se había acordado en el Tratado de Tordesillas, las nuevas tierras que se descubrieran hacia el oeste serían españolas. Magallanes estaba convencido de que Las Molucas quedaban dentro de esa zona, puesto que se podían alcanzar también viajando por la ruta occidental. Su plan era redondo, aunque se equivocó por muy poco: las deseadas especias pertenecían en verdad a Portugal. Por suerte para él, ni el más preciso astrolabio esférico habría podido refrenar el entusiasmo del monarca, que puso a su disposición una flota de cinco naves: la Trinidad, la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago.
A falta de una bitácora terrestre, no se tiene constancia de la vida de Enrique de Malaca en aquellos días. Lo más probable es que permaneciera junto a su amo, que se instaló varios meses en Sevilla, invitado a la casa de su amigo Diego Barbosa, mientras ponía a punto los barcos y reclutaba a la tripulación. Intransitable de culturas, razas, olores y mercancías, el puerto del Arenal era frecuentado por espías portugueses que trataban de conspirar contra la Corona española en una carrera sin tregua hacia el último horizonte.
Mientras cargaban en los barcos las 500 toneladas de provisiones para los 250 hombres que se alistaron en la expedición de Magallanes, el esclavo se familiarizó con los nombres de productos para él exóticos (lentejas, membrillo, vinagre, carne de cerdo salada...) y se maravilló al contemplar los objetos reservados para el trueque con los indígenas: espejos, tijeras, pañuelos, perlas... Conocía los cañones y morteros, las armaduras y escopetas. Ya en su primer viaje hacia el Cabo de Buena Esperanza había contemplado de cerca el filo de las lanzas y respirado el humo acre de la pólvora. Pero esta vez emprendería el camino de vuelta, solo que en dirección contraria.
El novelista malasio Harun Aminurashid lo sitúa en la península de Malaca y lo llama 'Panglima Awang' en sus libros. |
En su testamento, el navegante portugués pedía ser enterrado en tierra sagrada, pero no hubo tiempo de recoger su cadáver de la playa ni tampoco el nuevo comandante al frente de la expedición, Duarte Barbosa, dispuso la prometida manumisión de Enrique, lo que bien pudo haber desatado las ansias de venganza del filipino.
Que Enrique pudiera comunicarse en dialecto malayo sólo podía significar una cosa: que había regresado a un lugar muy cercano al de su origen, que sigue siendo incierto. El novelista malasio Harun Aminurashid lo sitúa en la península de Malaca y lo llama Panglima Awang en sus libros.
LA NAO VICTORIA. Los documentos del siglo XVI denominan nao a cualquier navío preparado para la navegación oceánica. Representación de la nao Victoria, la cuarta por tamaño y que haría luego dos viajes a América. https://www.fundacionnaovictoria.org/es/fotos-videos-nao-santa-maria/
NUEVOS DATOS DEL VIAJE
Hasta ahora la Relación del primer viaje alrededor del mundo, del italiano Antonio Pigafetta, era la principal fuente informativa de la hazaña protagonizada por Juan Sebastián Elcano y 17 marineros más, de los 247 que partieron de Sevilla el 10 de agosto de 1519. Pero el redescubrimiento en el Archivo Nacional Torre do Tombo, en Lisboa, de la declaración del grumete de la nao Victoria, la que capitaneaba Juan Sebastián Elcano, ofrece nuevos y sorprendentes detalles sobre la gesta.
Hasta ahora la Relación del primer viaje alrededor del mundo, del italiano Antonio Pigafetta, era la principal fuente informativa de la hazaña protagonizada por Juan Sebastián Elcano y 17 marineros más, de los 247 que partieron de Sevilla el 10 de agosto de 1519. Pero el redescubrimiento en el Archivo Nacional Torre do Tombo, en Lisboa, de la declaración del grumete de la nao Victoria, la que capitaneaba Juan Sebastián Elcano, ofrece nuevos y sorprendentes detalles sobre la gesta.
El joven Martín de Ayamonte, que fue apresado e interrogado por los portugueses cuando se escondía en la isla de Timor tras desertar de la nave, desvela en su declaración la fortaleza de carácter de Elcano, las tácticas de los nativos para matar a los españoles o la procedencia exacta de algunos de los tripulantes.
Relato de Martín Ayamonte, grumete de la 'Victoria', ante las autoridades portuguesas. ARCHIVO NACIONAL TORRE DO TOMBO |
El 5 de febrero de 1522, el joven Martin de Ayamonte y el soldado Bartolomé Saldaña abandonaron “sin ser sentidos” la Victoria en la isla de Timor, donde la nave estaba fondeada. Desertaron porque temían morir en el intento de dar la vuelta al mundo. Se escondieron en la selva esperando la oportunidad de regresar a las Molucas, donde estaba siendo reparada otra de las naves de la expedición, la Trinidad. Ayamonte quería reunirse con un familiar que viajaba en esta nao y que iba a volver a España, no por el oeste como la Victoria, sino por el este, hacia México.
Pero, siempre según el relato del grumete, al poco tiempo fueron descubiertos por un navío portugués y trasladados a la fortaleza de Malaca (actual Malasia), donde el marinero fue interrogado el 1 de junio de 1522 y donde un escribano tomó nota de su declaración. Este documento, que terminó en Lisboa, fue hallado por el historiador António Baiao en 1933 y traducido al portugués moderno. Pero los historiadores españoles desconocían por completo su existencia hasta que Mazón, que es director de la web rutaelcano.com, lo localizó en el Archivo Nacional Torre do Pombo, en Lisboa.
Pero, siempre según el relato del grumete, al poco tiempo fueron descubiertos por un navío portugués y trasladados a la fortaleza de Malaca (actual Malasia), donde el marinero fue interrogado el 1 de junio de 1522 y donde un escribano tomó nota de su declaración. Este documento, que terminó en Lisboa, fue hallado por el historiador António Baiao en 1933 y traducido al portugués moderno. Pero los historiadores españoles desconocían por completo su existencia hasta que Mazón, que es director de la web rutaelcano.com, lo localizó en el Archivo Nacional Torre do Pombo, en Lisboa.
Las islas de las Especias. La fotografía, tomada desde la isla de Ternate, muestra la isla de Maitara y, tras ella, la de Tidore, donde desembarcó Elcano. Foto: Ali Trisno Pranoto / Getty Images.
Según confesó Ayamonte, la tripulación de la Victoria deseaba volver a España bordeando los territorios portugueses del Pacífico, pero Elcano se negó alegando que podían ser apresados y que los monzones no les serían propicios. Impuso su criterio con determinación. “Frente a la opinión general, se alejó de las costas porque entendió perfectamente el ciclo de los monzones, lo que permitió que diese la vuelta al mundo”.
El relato del grumete desvela, además, cómo en la batalla de Mactán, donde murió Fernando de Magallanes, los indígenas colocaron trampas con estacas para ensartar a los españoles. Igualmente, señala el lugar de procedencia de algunos tripulantes, como el capitán de la nao Santiago, Juan Serrano, que era extremeño, de Fregenal de la Sierra, o Juan de Cartagena, del que confirma que era burgalés.
Según confesó Ayamonte, la tripulación de la Victoria deseaba volver a España bordeando los territorios portugueses del Pacífico, pero Elcano se negó alegando que podían ser apresados y que los monzones no les serían propicios. Impuso su criterio con determinación. “Frente a la opinión general, se alejó de las costas porque entendió perfectamente el ciclo de los monzones, lo que permitió que diese la vuelta al mundo”.
El relato del grumete desvela, además, cómo en la batalla de Mactán, donde murió Fernando de Magallanes, los indígenas colocaron trampas con estacas para ensartar a los españoles. Igualmente, señala el lugar de procedencia de algunos tripulantes, como el capitán de la nao Santiago, Juan Serrano, que era extremeño, de Fregenal de la Sierra, o Juan de Cartagena, del que confirma que era burgalés.
En otoño de 1522, en España arribaba a puerto un barco haciendo agua, con 18 escuálidos hombres a bordo: eran los únicos supervivientes de los 240 tripulantes que habían zarpado en una audaz misión mercantil. Carlos I, el joven rey español, cansado de depender del comercio terrestre para obtener clavo y nuez moscada, tan codiciados en Europa, organizó una expedición para identificar una nueva ruta marítima hasta las islas del Pacífico, ricas en especias. Al frente puso a Fernando de Magallanes, un hábil marino portugués firmemente convencido de que la Tierra era redonda, una teoría pendiente de demostración empírica.
En septiembre de 1519 zarparon cinco naos, aviadas para hacer acopio de unas 500 toneladas de especias en un bienio. Al final serían tres años… Los expedicionarios sobrevivieron con la ayuda de los indígenas que se encontraron en su camino; a algunos les dispensaron un trato justo; a otros, cruel y violento. Olvidando el objetivo comercial por sus afanes conquistadores, Magallanes atacó una isla filipina y fue muerto en la orilla. Su muerte hizo que un nuevo capitán, el navegante vasco Juan Sebastián Elcano, guiase la nao Victoria de vuelta a Sanlúcar de Barrameda (abajo). Regresó con una mínima parte del cargamento que había ido a buscar, pero se anotó un éxito no planeado: constatar que la Tierra era redonda.
Para saber más:
- Antonio Pigafetta. El primer viaje alrededor del mundo. Adaptación de Eduardo Alonso. Ed. Juventud, Barcelona 2010.
- Los documentos de la expedición: https://bit.ly/3OLlixB
- https://www.iaph.es/circunnavegacion/webdidactica/viaje.html
- https://www.bbvaopenmind.com
- https://www.elcorreo.com/bizkaia/replica-barco-primera-vuelta-mundo-llega-getxo-20170916140816-ga.html
- Mª D. Higueras Rodriguez. La vuelta al mundo de Magallanes-Elcano. CSIC, Madrid 2018.
- La primera vuelta al mundo. www.rutaelcano.com
- Magallanes. El hombre y su gesta. Stefan Zweig. Greenbooks Ed., 2013.
- Magallanes. El hombre y su gesta. Stefan Zweig. Greenbooks Ed., 2013.
- La primera vuelta al mundo. Ignacio Fernández Vial, Guadalupe Fernández Morente, Muñoz Moya, Sevilla, 2001.
- https://www.nationalgeographic.com.es/historia/primera-vuelta-mundo-expedicion-magallanes-elcano_14660
- https://historia.nationalgeographic.com.es/edicion-impresa/articulos/juan-sebastian-elcano_18195
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