huela carbono, alimentos, impacto ambiental
31 octubre 2022.- La producción distribución y consumo industrializado de alimentos es responsable de una parte importante de las emisiones de gases de efecto invernadero que están provocando el cambio climático. Y es uno de las mayores responsables de la pérdida de biodiversidad y destrucción de ecosistemas, como los bosques tropicales.
En la UE, casi un tercio de las emisiones están relacionadas con la alimentación. No somos conscientes del impacto que tiene lo que comemos sobre el medio ambiente. No es lo mismo comer un kilo de cerdo que uno de patatas en cuanto a las emisiones de CO2 que ha generado su producción, tampoco en el agua empleada.
Y en última instancia, encontramos el desperdicio de comida. ¿Cuánto de lo que producimos va a la basura? Los hogares de la UE tiramos el 30% de los alimentos: son 179 kg por persona al año. España es el séptimo país de la UE que más alimentos desperdicia.
LiveWell, fue un proyecto LIFE+ de la Unión Europea, desarrollado por WWF y Friends of Europe, que ha servido para promover la adopción de hábitos alimentarios más saludables entre los europeos, que nos ayudasen además a cuidar del planeta.
El proyecto ha promovido el debate sobre el impacto ambiental de nuestra alimentación, y fomentado una dieta más sana, sostenible y baja en carbono entre los europeos. Se desarrollaron iniciativas piloto en tres países: España, Francia y Suecia.
Sabemos que las dietas son diferentes según la cultura y por eso se escogieron países piloto muy diversos para mostrar que estos principios son universales y para conseguir recomendaciones que reflejen las costumbres locales y cómo deberían cambiar para ser más saludables para el medio ambiente. (Accede a los resultados de España)
La conclusión es que no siempre son necesarios cambios muy grandes para conseguir un beneficio importante para el medio ambiente. Por ejemplo, el estudio concluyó que si Francia adoptara los principos del LiveWell ahorraría un 11% del gasto en comida.
La huella de carbono de los alimentos
Se estima que la producción de alimentos genera aproximadamente un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Nuestro gráfico, basado en los datos de un estudio recogido por Our World In Data, ofrece una visión general de las emisiones de estos gases asociadas a la producción y el transporte de una selección de productos alimenticios y bebidas. Estas cifras ponen de manifiesto la huella medioambiental de ciertos alimentos, especialmente los productos cárnicos.
En general, los productos animales, y en particular la carne, tienen una mayor huella de carbono que los productos vegetales. De los alimentos seleccionados en el estudio, el filete de ternera es el que más gases de efecto invernadero emite en su producción, con casi 130 kilogramos de CO2 equivalente por kilogramo. Por otra parte, su elaboración también consume grandes cantidades de agua dulce, la llamada “huella hídrica”.
Sin embargo, no sólo los productos animales tienen una huella de carbono alta: el café instantáneo y el chocolate negro, por ejemplo, emiten entre 20 y 30 kilogramos de CO2 equivalente por kilogramo, una huella similar a la de producir queso parmesano. Entre los que menos emiten están el pan, las bananas y las patatas, que producen cada uno menos de un kilo de CO2 equivalente por kilo.
El 10 % del mundo está cubierto por glaciares y otro 19 % es tierra estéril: desiertos, salinas
secas, playas, dunas de arena y rocas expuestas. Del resto, la mitad de la tierra habitable del mundo se utiliza para la agricultura.
Más de 15.000 litros de agua por cada kg de carne de res
Todos estamos familiarizados con el término "huella de carbono", ¿pero lo estamos también con “huella hídrica”, el indicador medioambiental que mide la cantidad de agua dulce utilizada en la producción de un bien de consumo o servicio?
En el caso de los alimentos, durante el acto cotidiano de adquirirlos y consumirlos, muchas veces no reparamos en la huella hídrica o de agua que estos tienen, cuyo tamaño varía drásticamente dependiendo de la cantidad y tipo de procesos necesarios para llevar ese alimento de la granja al plato.
En general, el consumo de alimentos cárnicos trae consigo un uso mucho mayor de agua que el de los vegetales. Por ejemplo, la producción de un kilogramo de carne vacuna o de res implica de media la utilización de 15.400 litros, según datos del estudio “El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2020”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este es el tipo de alimento cárnico menos sostenible en términos de uso de esta sustancia líquida, al que le sigue con mucha distancia la carne de oveja y cabra, con unos 8.800 litros por kg.
En el otro extremo de la clasificación de productos alimentarios según su consumo de agua se encuentran las frutas y hortalizas, para cuya elaboración son necesarios 960 y 320 litros de agua, respectivamente, por cada 1.000 gramos.
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