NATURALEZA. SAHARA desconocido: el Fezzán libio

En el corazón del Sahara, el agua de lluvia caída hace miles de años se acumula en el cráter volcánico de Waw an-Namus. El viento arrastró...

En el corazón del Sahara, el agua de lluvia caída hace miles de años se acumula en el cráter volcánico de Waw an-Namus. El viento arrastró la ceniza negra de la última erupción a 20 kilómetros de distancia a través del desierto. 

12 noviembre 2022.- Una excepcional visión aérea del Fezzán, una remota región de Libia donde antiguas sociedades florecieron y languidecieron con las lluvias. El desierto de Libia fue en otro tiempo el hogar de agricultores y cazadores, y también de leones y elefantes. Un viento antiguo sopla desde las profundidades del tiempo. El Sáhara puede parecernos un infierno perpetuo de dunas y cielo azul. 

Nos deslumbran sus paisajes, pero no advertimos que es uno de los grandes lugares donde ha quedado registrada la historia de la Tierra. Aquí pervive el pasado y nos habla desde la arena, la piedra, el calor, el viento seco. Susurra la historia de repetidos cambios climáticos y del avance y la retirada de la población humana. 

Moldeadas por los vientos, las dunas del mar de arena de Murzuq se extienden hasta el horizonte. Durante siglos, las caravanas han cruzado el Sáhara: de norte a sur, cargadas de aceite, vino y piezas de vidrio; de sur a norte, con oro, marfil y esclavos.

Palmeras datileras y juncos alimentados por un acuífero subterráneo jalonan la orilla de Umm al-Maa, una de las doce lagunas de agua salada en el mar de arena de Ubari, recuerdo del antiguo lago Megafezzán.

El cambio climático ha sido como un interruptor de encendido y apagado en el Sahara. En épocas secas, los lagos disminuyeron y las plantas se redujeron a nichos. Luego, cuando regresaron los tiempos húmedos, los lagos se llenaron y partes del Sahara se transformaron en sabana. Las comunidades humanas han pulsado aquí como la explosión de plantas después de una lluvia rara. Cuando las eras húmedas visitaron, prosperaron. Cuando regresaron los tiempos secos, se encogieron o colapsaron.

De color rojo intenso debido a las algas que se han adaptado para sobrevivir en unas aguas hipersalinas, este lago salado de Ubari se alimenta de manantiales de un acuífero subterráneo creado por antiguas lluvias. El agua dulce se evapora, provocando grandes concentraciones de sal.

Los primeros humanos modernos de la región eran cazadores y recolectores que vivían en un paisaje de sabana hace unos 130.000 años. Esas personas se fueron cuando las lluvias disminuyeron hace unos 70.000 años, pero luego las lluvias regresaron y la gente se mudó nuevamente. Esta migración de ida y vuelta se llama la bomba sahariana, un movimiento de personas que entran y salen del norte de África a medida que cambia el clima. Arañados en las rocas del desierto están los recuerdos de un Sáhara más húmedo, cuando vivían aquí criaturas dependientes del agua, como leones, elefantes y rinocerontes.

Los Garamantes florecieron aquí en un clima muy parecido al del Sahara actual. Muchos académicos asumieron que eran nómadas del desierto, pero las excavaciones en su ciudad capital, Garama (cerca de la actual Jarmah), y los estudios sobre el terreno han demostrado que eran personas sedentarias que vivían de la agricultura de los oasis. Construyeron un sofisticado sistema de riego que les permitió cultivar trigo, cebada, sorgo, palmeras datileras y olivos. Los canales subterráneos, llamados foggaras , aprovechaban el agua subterránea y la dirigían a los campos sin pérdida por evaporación. Aún se pueden detectar seiscientas millas de estos canales. El sistema funcionó bien durante cientos de años. Y luego el agua "fósil", almacenada en épocas húmedas, comenzó a agotarse y la civilización se derrumbó.

Las Montañas Akakus, sometidas a un largo proceso de erosión, atraviesan el Fezzán, formando una sinuosa línea de enormes masas rocosas y abruptas mesetas. El arte rupestre y los grabados de hace 8.000 años abundan en las grutas de estas montañas de piedra caliza.

El área es conocida por su arte rupestre y fue inscrita como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985 debido a la importancia de estas pinturas y tallas. Las pinturas datan del 12000 a. C. al 100 d. C. y reflejan cambios culturales y naturales en el área.

Hay pinturas y tallas de animales como jirafas , elefantes , avestruces y camellos , pero también de hombres y caballos. Las personas se representan en diversas situaciones de la vida cotidiana, por ejemplo, mientras hacen música y bailan. 

(Fotos: George Steinmetz).