preeclampsia, embarazo
La preeclampsia, también conocida como toxemia del embarazo, es la patología más frecuente de la gestación y afecta a entre el 7 y el 10 % de las mujeres embarazadas. Para evitar complicaciones, es importante detectarla a tiempo y seguir las recomendaciones del médico.
28 junio 2023.- La preeclampsia es una enfermedad del embarazo que se manifiesta por un aumento repentino de la presión arterial, con valores iguales o superiores a 140 mmHg de presión sistólica o 90 mmHg de presión diastólica, y proteinuria, es decir, presencia de proteínas en la orina, superior a 300 mg en la orina de 24 horas. Suele manifestarse a partir de la semana 20 de gestación y, si no se trata, puede tener graves consecuencias, tanto para la madre como para el bebé.
Además de la hipertensión y la proteinuria, otros síntomas que pueden aparecer con la preeclampsia son los siguientes:
- Aumento rápido de peso, de más de 2 kg en una semana.
- Dolor de cabeza intenso y persistente.
- Alteraciones visuales como pérdida de visión temporal, visión borrosa o doble, ver manchitas o estrellitas, o sensibilidad a la luz.
- Hinchazón o edema en la cara, las manos o los pies.
- Dolor abdominal intenso acompañado de náuseas y vómitos.
- Trombocitopenia: nivel bajo de plaquetas en la sangre.
- Aumento de las enzimas hepáticas, que podría ser indicativo de un problema de hígado.
- Dificultad para respirar debido a una acumulación de líquido en los pulmones.
Causas y factores de riesgo de la preeclampsia
La preeclampsia no parece ser debida a una sola causa, sino que se cree que en su aparición pueden intervenir diversos factores, tales como:
- Edad de la mujer gestante (menor de 18 o mayor de 40 años).
- Embarazo múltiple.
- Antecedentes de hipertensión o de enfermedad renal crónica.
- Haber sufrido preeclampsia en un embarazo anterior.
- Fertilización in vitro.
- Antecedentes familiares de preeclampsia.
- Ascendencia africana.
- Haber transcurrido más de diez años desde el embarazo anterior.
- Trastornos autoinmunitarios.
- Obesidad y diabetes.
- Problemas de circulación en la placenta: los nuevos vasos sanguíneos que suministran nutrientes y oxígeno a la placenta no se desarrollan bien, lo que contribuye a una mala regulación de la presión arterial de la madre.
La preeclampsia suele aparecer a partir de la semana 20 de embarazo, pero, cuanto antes aparezca, mayor será el riesgo de complicaciones para la madre y para el feto. En caso de preeclampsia grave, pueden verse afectados órganos tanto de la madre como del hijo.
Los riesgos para la madre son:
- Desprendimiento de placenta.
- Daños orgánicos y accidente o lesión cerebral.
- Edema pulmonar.
- Alteraciones de la coagulación.
- Eclampsia: presencia de convulsiones y/o coma es la gestante con preeclampsia.
En el caso del feto, los riesgos son:
- Prematuridad.
- Retraso del crecimiento intrauterino.
- Lesiones neurológicas.
Diagnosis y tratamiento de la preeclampsia
Para evitar la evolución de la preeclampsia y disminuir su gravedad, durante las revisiones médicas, el personal sanitario determina la presión arterial de la mujer y analiza su orina. Con los resultados de estas pruebas, especialmente durante las últimas semanas de embarazo, se determinará si la mujer presenta:
Preeclampsia leve:
- Presión arterial sistólica superior a 140 mmHg o presión arterial diastólica superior a 90 mmHg.
- Más de 300 mg de proteínas en la orina de 24 horas.
Preeclampsia grave:
- Presión arterial sistólica superior a 160 mmHg o presión arterial diastólica superior a 110 mmHg.
- Más de 500 mg de proteínas en la orina de 24 horas.
- Niveles altos de enzimas hepáticas o pocos glóbulos rojos o plaquetas.
- Aumento de peso importante y rápido.
- Dificultad para respirar.
- Edemas y retención de líquidos.
Eclampsia:
Si la preeclampsia se agrava, puede derivar en una eclampsia, una patología muy grave con afectación cerebral que causa convulsiones y coma en la gestante, comprometiendo la vida de madre e hijo.
La manera más eficaz para terminar con la preeclampsia es la finalización del embarazo, ya sea por parto natural o cesárea, aunque esto no siempre es posible debido a la prematuridad del feto. Para mejorar los síntomas se recomienda:
- Reposo: mantener una actividad moderada y aumentar el tiempo de reposo tumbada sobre el lado izquierdo (para evitar comprimir la vena cava). El reposo permitirá mejorar la circulación y una correcta distribución de los líquidos corporales.
- Mantener una buena alimentación: equilibrada, variada y completa, sin reducción calórica (salvo que haya una indicación médica) y con un consumo moderado de sal.
- Tomar medicación si es preciso: pueden prescribirse fármacos antihipertensivos si la presión arterial es igual o superior a 160/110 mmHg, siempre por recomendación de un profesional sanitario.
Si la preeclampsia es leve, los pasos a seguir dependerán del estado de madurez del feto y del efecto del tratamiento:
- Si el feto está desarrollado (37 semanas o más) pero el tratamiento no funciona, se inducirá el parto.
- Si el feto está desarrollado (37 semanas o más) y el tratamiento funciona, se esperará a que las condiciones sean adecuadas para la inducción del parto.
- Si el feto es inmaduro (menos de 37 semanas), se esperará a que esté más desarrollado y se controlará regularmente a la madre y al feto.
En ocasiones excepcionales, los síntomas no desaparecen pasadas seis semanas después del parto, o incluso pueden comenzar después de este. Esta situación, denominada preeclampsia posparto, se debe tratar de inmediato.
Para saber más:
Preeclampsia. Clínica Universidad de Navarra. Marzo, 2023.
Presión arterial alta en el embarazo. Medline Plus. Enero, 2022.
Preeclampisa. Mayo Clinic. Junio, 2022.
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