04 agosto 2023.- Tras la reunión del jurado celebrada el pasado 25 de julio y una vez abiertas las deliberaciones, por unanimidad, decide...
04 agosto 2023.- Tras la reunión del jurado celebrada el pasado 25 de julio y una vez abiertas las deliberaciones, por unanimidad, decide otorgar el Premio a la obra con título Los Caracciolos en Alcalá de Henares. 1640-1835. cuya autoría resulta ser de D. Pablo Cano Sanz.
El Jurado en primer lugar valora positivamente la participación habida en esta edición. De entre todos los participantes destaca la obra ganadora por ser el trabajo más riguroso de todos y con un gran nivel, por estar muy bien elaborado y con buenas fuentes documentales, y por plantear además hipótesis novedosas y muy aceptables.
Acerca de los Caracciolos de Alcalá de Henares
El Colegio de Caracciolos fue fundado en 1508. El proyecto fue puesto en marcha por San Francisco Caracciolo, y bien puede decirse que su propósito era pragmático, pues las instalaciones alojaron a los novicios de su orden, colegiales todos de Alcalá y, por tanto, partícipes del plan universitario dispuesto por Cisneros.
Como el resto de ramificaciones que partieron de San Ildefonso, también este colegio quedó sometido a las disposiciones que regían la vida en el entorno complutense. «La creación ex nihilo —escribe Marcel Bataillon— tenía, cuando menos, la ventaja de permitir el libre desenvolvimiento de la nueva institución. Salamanca se había alarmado, y había hecho los mayores esfuerzos para decidir a Cisneros a que englobase en la antigua universidad castellana la fundación que proyectaba. Trabajo perdido. No se trataba de completar a Salamanca, ni mucho menos de imitarla para hacerle la competencia. La nueva Universidad estará animada por un espíritu muy distinto. Autónoma en principio, en la medida de lo posible, será gobernada por el rector electivo del Colegio de San Ildefonso, sin la férula disciplinaria de un maestrescuela episcopal. Al lado del rector, la única autoridad superior que puede otorgar la investidura de la ciencia se encarnará en un cancelario, a quien se encomendará, como en París, la colación de los grados». (Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual del siglo xvi, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1991, p. 12). Resulta difícil no evocar ese orden ante la fachada barroca de la iglesia de los Caracciolos, testigo de tantos y sabios avatares. Es perfectamente concebible que la historia aún muestre acá su huella. En la portada, flanqueada por pilastras, hallamos la hornacina donde se yergue una figura de San José.
Una vez en el interior, el visitante podrá comprobar los efectos de la restauración, muy necesaria si se tiene en cuenta que las llamas arruinaron la cúpula en 1966, aparte de causar otros males. En todo caso, se trata de males sumados a los que el tiempo había efectuado con menos aparatosidad.
Después de ocupar distintas demarcaciones de la villa, el Colegio de Caracciolos se alzó desde 1604 en la calle de la Trinidad. Tras dos siglos de actividad, fue clausurado en 1836, fecha en que ya es efectivo el declive de la ciudad, despojada de su Universidad. No en vano, la villa fue dañada durante la invasión napoleónica y luego se vio sometida a los rigores de la Desamortización. Como un símbolo de ese mal trato institucional, el edificio del Colegio alojó una prisión y más adelante fue empleado como almacén militar. En la actualidad, el conjunto acoge a estudiantes de biblioteconomía y también a visitantes interesados por las exposiciones que aquí se celebran.
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