En Illa Murada, un islote de difícil acceso cercano a la costa norte de Ibiza, la lagartija pitiusa luce una fantástica tonalidad azul. El...
09 septiembre 2023.- Entender qué es el color y cuál es su naturaleza, es decir, cómo y por qué se produce y expresa, es entender gran parte de nuestra propia historia y existencia, afirma Roberto García-Roa, doctor en biología y fotógrafo, autor de las imágenes que ilustran este reportaje. Nuestra protagonista es la lagartija de las Pitiusas (Podarcis pityusensis), el único vertebrado endémico de Ibiza y Formentera, a la que García-Roa llama «la especie arcoíris», una especie que, sobre todo en Ibiza, está amenazada.
Este reptil es uno de los animales vertebrados con mayor diversidad de colores de la Tierra. Su paleta cromática es única. En casi cada una de las decenas de islas donde se distribuye, su color varía. En unos islotes las lagartijas son casi negras; en otros, marrones; en otros, azuladas… y las hay con diversas combinaciones de colores.
Esta singular variación cromática no solo se da en función de la localización geográfica, sino también entre machos y hembras. En algunos islotes ambos sexos son muy coloridos, mientras que en otros los machos son particularmente extravagantes y las hembras son parduscas, de tal modo que pasan desapercibidas en el entorno. ¿Son las condiciones ambientales la causa de tamaña diversidad? ¿Es un efecto de la insularidad? ¿Del ambiente social de las lagartijas, determinado por su competencia por la reproducción y por la supervivencia con otros machos y hembras? ¿De su historia evolutiva?
La reserva natural de los islotes de Vedrà y Vedranell alberga una población de lagartijas de las Pitiusas cuya coloración es única de este lugar. Más de 40 islotes rodean las islas de Ibiza y Formentera, donde las diferentes poblaciones de este reptil han evolucionado en aislamiento. Foto: Roberto García-RoaLas dos fotografías de la izquierda, tomadas en el espectro visible, muestran los colores que percibe un ojo humano de un par de ejemplares macho (arriba, captado en la isla Tagomago; abajo, en Illa Murada). A la derecha, los ejemplares fotografiados con una cámara ultravioleta, que desvela patrones de color que las lagartijas pueden ver y que podrían tener un importante papel en la comunicación de esta especie. Foto: Roberto García-Roa
Pero lo más seguro, recalcan los investigadores, es que las presiones selectivas pasadas y presentes que han detonado esta increíble explosión de colores en la lagartija de las Pitiusas sean mucho más numerosas y vayan más allá de la mera reproducción y la competencia sexual. Una circunstancia que debió de incidir es su pasado evolutivo. En algún momento del Pleistoceno hubo un evento catastrófico, seguramente de origen volcánico, que acabó con todos los vertebrados no voladores de las Pitiusas.
Con una excepción: nuestras lagartijas, que sobrevivieron refugiadas en las grietas de las rocas. Cuando aquel evento de extinción remitió, se encontraron con un medio natural prácticamente exento de depredadores. Esa tranquilidad ambiental duraría muchos, muchos años –concretamente hasta principios de este siglo, como descubriremos más adelante–, durante los cuales en la ecuación evolutiva la profusión de colores no representó un peligro para su supervivencia.
UNA ESPECIE ARCOÍRIS
Azules eléctricos recorridos por sinuosas franjas amarillentas, grises pálidos como arena de playa, marrones y verdes como la vegetación, oscuros acarbonados o llamativos naranjas salpicados de azul esmeralda. El espectro de colores de la lagartija de las Pitiusas es casi infinito, y a menudo estas características son únicas de un solo islote, explica el fotógrafo Roberto García-Roa. Esto las dota de un enorme valor biológico que hay que preservar, porque la alteración de cualquiera de estos islotes, algunos muy pequeños, podría amenazar la supervivencia de sus lagartijas, un grupo único e irrepetible dentro del reino animal.
Desentrañar el resplandeciente ovillo de esta historia requiere horas de trabajo de campo. una labor que García-Roa lleva a cabo con la ayuda de Ferran de la Cruz, estudiante del Centro de Investigación de Biodiversidad y Recursos Genéticos (CIBIO) de Portugal.
Desvelar las funciones de los distintos colores que presentan en diferentes regiones corporales es una de las claves del proyecto. ¿Quizá las coloraciones oscuras sirvan para termorregularse mejor? Cuanto más oscuras sean, menos tardarán en calentarse cuando se exponen al sol. ¿Y esas tonalidades laterales tan llamativas? Aunque suelen permanecer ocultas a los depredadores, son muy importantes en la comunicación social, especialmente como señales para dirimir conflictos entre machos.
¿Qué pasa con los colores más pardos, les ayudan acaso a pasar desapercibidas en el entorno? Y, uno de los puntos más importantes, ¿estos patrones funcionan igual en machos que en hembras? . Una vez clasificados los patrones cromáticos por lugares, poblaciones y sexos, los científicos secuenciarán el genoma de la especie para reconstruir, hasta donde sea posible, la historia evolutiva del color de esta lagartija tan extraordinaria.
A nuestros ojos, la exuberancia de colorido y la vistosidad de este lacértido resulta especialmente bella. Pero ¿cómo deben de verse entre sí las propias lagartijas? ¿Acaso captan los colores igual que nosotros? Y ¿qué significado y utilidad tiene para estos reptiles esa riqueza cromática en la piel?.
Gracias a los avances realizados en el estudio de la coloración animal, en gran parte debido al desarrollo de espectrofotómetros pequeños, portátiles y asequibles, se ha descubierto que muchos vertebrados son capaces de percibir la radiación ultravioleta (UV), entre ellos las lagartijas. La falta de sensibilidad óptica de los seres humanos a la radiación UV es la excepción y no la regla en lo que a vertebrados se refiere.
Las lagartijas poseen, además de los bastones y otras células fotorreceptoras, cuatro tipos de conos. Tres de ellos les permiten ver en el rango de luz visible para el ser humano (que va del rojo, con una longitud de onda de 700 nanómetros, al violeta, de 400) y un cuarto en el espectro UV. No podemos saber cómo ven, solo hacernos una idea muy burda de cómo perciben el mundo. Desde luego, de una forma muy distinta a como lo vemos nosotros.
Recientemente el COFIB (Consorcio para la Recuperación de la Fauna de les Illes Balears), el Ayuntamiento de Ibiza y la Universitat de les Illes Balears han promovido un encuentro para diseñar soluciones orientadas a preservar a estas bellas sargantanes (lagartijas en catalán), como este macho del islote de Na Plana, al oeste de Ibiza. Entre ellas, un avisador que envía un mensaje cada vez que una serpiente entra en una trampa.AMENAZAS
Mientras este equipo dedica sus esfuerzos a recomponer tan fulgurante puzle evolutivo, otros grupos de expertos luchan desde hace tiempo y contra reloj para salvaguardar a este bellísimo reptil, símbolo icónico de «Ses Illes». Y es que su plácida existencia se torció de forma radical a principios de la década de 2000. ¿El motivo? La introducción accidental de una especie foránea, la culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis), en plena expansión en Ibiza. Aunque no es la única serpiente que las atenaza. También está la culebra de escalera (Zamenis scalaris), que cuenta con una pequeña población estable en Ibiza, pero prolifera en Formentera.
Una, que a consecuencia de la mecanización de la agricultura impulsada por la entrada de España en la Unión Europea, entre 1996 y 2005 se arrancaron de los campos más de 900.000 olivos. La otra fue que se puso de moda el jardín mediterráneo en las Pitiusas. Así fue como, muy pronto, empezaron a llegar gran cantidad de estos árboles en los ferris procedentes de la península». Lo que no sabía nadie es que en las oquedades de los troncos viajaban, cual involuntarios guerreros del caballo de Troya, serpientes de tres especies distintas: las ya citadas culebras de herradura y de escalera, y la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), que dejó de verse en 2010 y se da por desaparecida.
Por lo que respecta a la culebra de escalera, que en territorio peninsular suele alimentarse de pequeños mamíferos y aves, en Formentera su plato principal es esta lagartija. Hay otros animales que se alimentan de lagartijas, o que podrían hacerlo, como los gatos salvajes, las gaviotas, los cernícalos, las lechuzas o las ginetas (todos ellos presentes en las islas desde hace milenios), pero ninguno lo hace de forma tan desaforada.
La culebra de herradura (Hemorrhois hippo-crepis) es una especie invasora que comparte hábitat con la lagartija pitiusa, a la que depreda de forma alarmante. Foto: Roberto García-RoaLa cantidad de serpientes atrapadas en Ibiza durante la campaña de 2021 fue de 885, y en la de 2022, de 1.117. En total, desde 2016 se han capturado más de 15.000 ejemplares. Es imposible saber cuántas hay: sigilosas y de tonos terrosos, pasan desapercibidas la mayoría de las veces, a pesar de que pueden llegar a medir dos metros de longitud. Se calcula que una serpiente adulta puede engullir cada año alrededor de 500 lagartijas.
La tasa de reproducción de ambas especies tampoco ayuda a equilibrar las tornas: las lagartijas de las Pitiusas, procedentes de un ecosistema muy estable donde las crías subsisten fácilmente, ponen solo uno o dos huevos al año. En cambio las serpientes, adaptadas a un ambiente fluctuante, han evolucionado para invertir más energía en la reproducción, y para asegurarse la descendencia ponen entre seis y siete huevos.
Las serpientes han causado la desaparición de la lagartija pitiusa en el norte de Ibiza y amenazan las poblaciones de Formentera. Foto: Roberto García-RoaPor ahora, la mayoría de los cerca de 40 islotes colindantes a las Pitiusas están libres de serpientes. Pero cuidado, porque aunque parezca sorprendente la culebra de herradura es una hábil nadadora capaz de trasladarse a los cercanos islotes, como hizo aquella víbora enana en el pasado.
Los esfuerzos realizados por los técnicos y agentes forestales miembros del COFIB (Consorcio de Recuperación de Fauna de las Islas Baleares, que cuenta con un equipo especializado en el control de la fauna exótica), intentan poner coto a una realidad alarmante en un territorio en el que la propiedad privada está muy fragmentada y las vías para acceder a los distintos puntos del territorio suelen ser intrincadas y laberínticas.
Una buena noticia es que el pasado mes de febrero el Gobierno balear aprobó la implementación de medidas extraordinarias y urgentes para proteger tanto a la lagartija pitiusa como a la balear (Podarcis lilfordi), también afectada por la expansión de los ofidios. Ambas se han incluido en el Catálogo Balear de Especies Amenazadas bajo la clasificación de vulnerable.
Fuente: National Geographic
Más información:
Alfredo Salvador. Lagartija de las Pitiusas – Podarcis pityusensis (Boscá, 1883). Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)
Itziar Colodro, et al. Nueva población peninsular de lagartija de las Pitiusas, Podarcis pityusensis (Boscá, 1883), 2020.
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