Hallados en Alcalá de Henares restos de la antigua muralla del siglo XIV junto a la Puerta de Madrid
El descubrimiento se ha producido durante la intervención en la zona como parte de los trabajos de peatonalización e implantación de zona de bajas emisiones.
10 enero 2024.- Los trabajos que se están llevando a cabo en el entorno de la Puerta de Madrid han dejado al descubierto una parte de la muralla del siglo XIV que rodeaba el recinto del palacio Arzobispal. En concreto, durante la intervención que se está llevando a cabo en la plaza de la Puerta de Madrid, como parte de la fase II de los trabajos peatonalización e implantación de zona de bajas emisiones, han aparecido los restos de un lienzo de muralla de la antigua fortificación.
Por su parte, Pérez ha afirmado que “la documentación de este paño de muralla permite ampliar nuestro conocimiento sobre la trama urbana de la ciudad medieval, el importante papel defensivo de la puerta de Madrid y la potencia de las defensas organizadas por Pedro Tenorio en el turbulento Siglo XIV para proteger el Palacio Arzobispal”.
En concreto, se ha localizado una base de arcillas de color rojizo amarillento, la cimentación y parte del alzado, incluso con los revocos, que pertenecen al viejo lienzo mandado construir en las últimas décadas del siglo XIV para reforzar las defensas del palacio de los arzobispos de Toledo, señores de Alcalá y su tierra.
La parte de lienzo hallada ahora formaba parte del tramo que conectaba la torre número XIII con la Puerta de Madrid. Esa parte de la muralla fue demolida en los años 60 del pasado siglo XX junto con la casa que se encontraba adosada a la torre XII (esquina de Andrés Saborit con Puerta de Madrid).
El recinto amurallado es el vestigio más importante que ha llegado hasta nuestros días de la Alcalá medieval, el Burgo de Santiuste o Alcalá de Santiuste que comenzó a crecer en torno al templo de los Santos Niños tras la repoblación que siguió a la reconquista cristiana de este territorio por parte del arzobispo Bernardo de Sedirac en 1118.
El rey de Castilla, Alfonso VII, donó la villa de Alcalá a los Arzobispos de Toledo en 1129, que a partir de este momento se convertirían en los señores tanto temporales como espirituales de todo el territorio.
Como parte de la recuperación de este emplazamiento, los prelados levantaron un palacio-fortaleza, que debió estar ubicado en su ubicación presente. En concreto, fue durante la época del arzobispo Jiménez de Rada (1209-1247) cuando comenzó a erigirse esa nueva residencia, así como el cercado de la villa con un potente alcázar y robustas defensas.
Todo el conjunto urbano quedó abrazado por aquella primitiva muralla. Siglo y medio después, el arzobispo Tenorio (1377-1399) amplió el recinto del palacio y edificó la cerca interior con sus torres, entre las que sobresale el torreón de Tenorio que aún podemos contemplar entre la plaza del Palacio y la de las Bernardas. Esta cerca interior, a su vez, dio lugar a un espacio defensivo interior conocido como “albacar” (lugar de refugio para la población), enclave que hoy conocemos como huerta del Palacio Arzobispal. Y un fragmento del lienzo que formaba parte de esa zona fortificada es el que ahora ha salido a la luz.
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