La leyenda del áspid, ¿cómo murió Cleopatra realmente?
La muerte de Cleopatra, cuadro pintado por el artista francés Jean André Rixens en 1874. Museo de los Agustinos, Toulouse. |
La epopeya tanto política como sentimental de Marco Antonio y Cleopatra acabó en el año 30 a.C., tras la derrota de su flota en Actium el año anterior. Asediados por Octavio en Alejandría, los amantes prefirieron suicidarse antes que caer en manos de su enemigo. En el caso de Cleopatra, la reina decidió, según cuenta la tradición, morir por la mordedura de un áspid. ¿Realidad o leyenda?
07 abril 2024.- Tradicionalmente se ha creído que la muerte de Cleopatra VII Filopator, la última reina de Egipto, tuvo lugar un 10 o 12 de agosto del año 30 a.C., después de que la flota del triunviro Cayo Octavio, comandada por el general Marco Vipsanio Agripa, su mano derecha, vencieran a Marco Antonio, el poderoso amante de la soberana, en la batalla de Actium el año anterior. Al parecer, cuando se produjo la muerte de Cleopatra, esta se hallaba cautiva en su palacio de Alejandría acompañada por sus fieles sirvientas Iras y Carmión.
Según la teoría más repetida sobre la muerte de Cleopatra, murió por la mordedura de una serpiente venenosa, infligida por un áspid (una pequeña víbora) o una cobra egipcia. El suyo habría sido un suicidio particularmente poético: el áspid era un símbolo de la realeza para los egipcios, mientras que la cobra estaba asociada con la diosa favorita de Cleopatra, Isis.
Según cuenta la historia más popular sobre el tema, Cleopatra, tumbada en un diván, recibió la letal mordedura de un áspid (una cobra egipcia) que le habría provocado una rápida e indolora muerte. De este modo, la última de los ptolomeos habría partido de este mundo a los 39 años para convertirse en la nueva Isis, la diosa con la que la reina se identificaba, y transformarse, de este modo, en leyenda.
Antes de su muerte, Cleopatra había enviado una carta al propio Octavio pidiéndole que le permitiese ser enterrada en su fastuoso mausoleo alejandrino junto a su amado Marco Antonio. Pero nada más recibirla, Octavio, sospechando las intenciones de la reina, envió a un destacamento a las habitaciones de Cleopatra para impedir lo que sin duda parecía un intento de suicidio. Pero llegaron demasiado tarde, y cuando lograron irrumpir en las estancias de la reina encontraron a Cleopatra y a sus dos sirvientas ya sin vida.
Aquello trastocó los planes de Octavio, quien, furioso, vio cómo su plan de mostrar a la reina de Egipto en un triunfal desfile por las calles de Roma, cargada de cadenas de oro, quedaba finalmente frustrado. Y es que, con aquel acto, Cleopatra evitó su humillación pública. Ya la reina, sabiendo que Octavio tenía la intención de hacerla desfilar como prisionera tras su victoria, le había dicho en una ocasión bien a las claras al triunviro: "No seré exhibida en un triunfo".
La muerte de Cleopatra, obra del artista británico Reginald Arthur, 1892. Roy Milles Gallery, Londres.DIVERSAS TEORÍAS
Pero ¿sabemos realmente cómo murió Cleopatra? ¿Fue como consecuencia de la mordedura de un áspid? Su muerte ha despertado, ya desde la Antigüedad, mucha polémica y muy poco acuerdo. Porque la pregunta que se llevan haciendo desde siempre los historiadores es: ¿Cómo pudo entrar una serpiente en las estancias de la reina si esta estaba sometida a una estrecha vigilancia? De hecho, el historiador romano Plutarco afirma que el propio Octavio encargó expresamente a su liberto Epafrodito la custodia de Cleopatra para evitar lo que al final acabó sucediendo.
También existen diversas interpretaciones sobre cómo pudo penetrar el áspid en la habitación de la reina (en realidad, la serpiente nunca se encontró). Para explicarlo, los historiadores Plutarco y Dion Casio ofrecen diferentes versiones. Ambos comentan que el ofidio lo pudo hacer oculto en una cesta de higos o incluso en una hidria, un tipo de jarra que se usaba para almacenar agua.
Dion Casio y Plutarco hacen referencia a otras explicaciones que se dieron en su momento sobre la misteriosa muerte de la reina. En una de ellas se afirma que fue la propia Cleopatra quien se habría clavado un alfiler untado previamente con un potente veneno que llevaría prendido en sus cabellos; al parecer, este veneno, en contacto con la sangre, podía causar una muerte rápida y sin dolor.
Hay más historiadores, como Floro y Veleyo Patérculo, que apoyan la teoría del áspid, mientras que el famoso médico Galeno también la menciona, aunque especula con que Cleopatra podría haberse arañado ella misma un brazo y, a continuación, introducido en la herida el veneno que alguien le proporcionó oculto en un recipiente.
Si Cleopatra se envenenó hasta morir, argumentan Schiff y otros, es más probable que bebiera un brebaje de hierbas letal o se aplicara un ungüento tóxico, como sugirió un historiador antiguo, Estrabón. Cualquiera de estos la habría matado a ella (y a sus sirvientes) de manera más rápida y efectiva que una mordedura de serpiente. En 2010, el historiador alemán Christoph Schaefer sugirió que Cleopatra pudo haber ingerido una mezcla fatal de cicuta, acónito y opio, basándose en sus estudios de documentos antiguos y su trabajo con un toxicólogo.
La muerte de Cleopatra. Óleo por el artista filipino Juan Luna Novicio, 1881. Museo del Prado, Madrid.¿FUE SUICIDIO?
La verdad, sin embargo, sigue siendo difícil de alcanzar. Sin testigos presenciales conocidos ni relatos escritos primarios sobre la muerte de Cleopatra, gran parte de lo que sabemos proviene de Octavio, quien algunos han sugerido que él mismo es un sospechoso. Ciertamente tenía un motivo para querer muerta a Cleopatra, ya que la carismática reina (mientras estuviera viva) representaba una amenaza potencial a su dominio en Egipto.
Ya sea que Octavio ordenara o no el asesinato de Cleopatra y sus sirvientas, o simplemente le brindara el espacio y la oportunidad de suicidarse, lo que sucedió después está claro: ordenó a sus guardias que persiguieran y mataran a Cesarión, el hijo adolescente de Cleopatra con César, para eliminar a Cleopatra y sus sirvientas. cualquier duda sobre si el niño sucedería a su madre en el trono.
Octavio luego convirtió a Egipto en una provincia romana, con él mismo como emperador; Más tarde tomó el nombre de Augusto. En sus memorias posteriores, Octavio/Augusto se aseguró de que su versión de Cleopatra y su suicidio (mordedura de serpiente y todo) perduraría durante los siglos venideros.
UNA MUERTE DIGNA
Pero entre los historiadores actuales tampoco hay acuerdo sobre este tema, aunque son muchos los que no dan crédito a la versión de la serpiente. Básicamente porque no parece un método de suicidio muy factible y porque la misma serpiente habría tenido que morder a tres personas: la reina y sus dos sirvientas. Algo bastante difícil. Otro detalle que haría inviable esta versión es que la mordedura de un áspid sí que habría causado a la reina una muerte dolorosa, que además acarrearía convulsiones y contracciones faciales, algo bastante alejado de lo que seguramente Cleopatra consideraba una "muerte digna".
Aunque también se ha apuntado otra posibilidad: que hubiera sido el propio Octavio quien hubiese dado la orden de envenenar a la reina o que incluso, en un arrebato de generosidad, hubiera permitido a Cleopatra escoger la forma en la que prefería morir.
Lo que, sin embargo, según afirman las fuentes, al parecer sí aceptó Octavio es que Cleopatra y Marco Antonio fueran enterrados juntos en el mausoleo real de la reina en Alejandría. Y aunque es muy posible que así fuera, tampoco tenemos constancia de ello ya que la tumba de Cleopatra jamás ha sido encontrada. De hecho hay tan pocas pistas sobre su paradero que las especulaciones acerca de dónde podría estar son innumerables.
La muerte de Cleopatra. Pintura de la artista italiana Artemisia Gentileschi. Colección Privada Amedeo Morandotti, Milán.¿Podría estar sumergida bajo las aguas del puerto de Alejandría, tal como postula en la actualidad el egiptólogo Zahi Hawass? ¿o tal vez se halla en Taposiris Magna, en la actual Abusir, como hasta hace poco creía la egiptóloga dominicana Kathleen Martínez?
El caso es que ni las exploraciones bajo las aguas del puerto de Alejandría, llevadas a cabo desde hace años por Franck Goddio, ni las excavaciones en Taposiris Magna, a 45 kilómetros de la ciudad, han proporcionado pista alguna sobre dónde puede encontrarse la tumba perdida de Cleopatra. ¿Se descubrirá alguna vez? No lo sabemos. Tal vez estemos muy cerca de ello, tal como parecen creer algunos investigadores. Pero quizás el destino prefiera que tanto la misteriosa muerte de la última reina de Egipto como el paradero de su regio mausoleo sigan siendo uno de los grandes enigmas sin resolver.
En cuanto a lo que realmente sucedió en ese mausoleo, Plutarco tal vez lo haya dicho mejor : “La verdad del asunto nadie la sabe”.
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