María Montessori, maestra de maestros
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| María Montessori. Biblioteca del Congreso de EE.UU., Washington, DC (archivo n.º LC-DIG-ggbain-14964) |
Su trabajo resuena entre los padres que buscan estimular a los niños a través de la actividad creativa y la exploración en todas sus formas.
Los niños educados en las escuelas Montessori saben quiénes son como personas. Tienen confianza, se sienten cómodos consigo mismos e interactúan en un alto plano social con sus compañeros y adultos. Los estudiantes Montessori sienten curiosidad natural por su entorno y están ansiosos por explorar.
04 mayo 2024.- Roma, enero de 1913. Ochenta y siete estudiantes procedentes de todo el mundo –la inmensa mayoría mujeres– se amontonan en un piso en el centro de la ciudad, que está completamente nevada. Allí les recibe una mujer de mediana edad, Maria Montessori, que se dispone a impartir el primer curso internacional sobre su método educativo. Su filosofía es tan simple como revolucionaria: «Solamente estamos dejando que los niños se descubran a sí mismos», afirma la doctora. En los años siguientes, las ideas de Montessori darán la vuelta al mundo y revolucionarán la disciplina de la pedagogía.
Nacida en 1870, Maria Montessori había conseguido con voluntad de hierro lo que muy pocas mujeres lograron antes que ella en Italia: graduarse en Medicina. Tras conseguir trabajo en una clínica psiquiátrica, Maria visitó asilos en los que se internaba a niños con algún tipo de retraso cognitivo o discapacidad. Fue allí donde observó fascinada cómo los pequeños se lanzaban al suelo a tocar migas de pan que habían caído de la comida. Mientras que en este gesto otros veían hambre o una muestra más de su discapacidad, Montessori vio algo completamente distinto: los niños estaban jugando con lo único que tenían a mano. Lo que faltaba en esas habitaciones vacías y desoladas eran objetos que les estimularan.
La práctica médica inicial de María se centró en la psiquiatría. Posteriormente desarrolló un interés por la educación, asistiendo a clases de pedagogía y sumergiéndose en la teoría de la educación.
Montessori estuvo profundamente influenciada por Friedrich Froebel, el inventor del jardín de infancia , y por Johann Heinrich Pestalozzi, quien creía que los niños aprendían a través de la actividad. También se inspiró en Itard, Seguin y Rousseau. Ella mejoró sus enfoques añadiendo su propia creencia de que debemos seguir al niño. No se enseña a los niños, sino que se crea un clima enriquecedor en el que los niños pueden aprender a sí mismos a través de la actividad creativa y la exploración.
TENER FE EN LOS NIÑOS
Esta observación y sus investigaciones convencieron a Montessori de que la solución a los problemas de aquellos niños no era médica, sino pedagógica, y a desarrollar esta solución dedicó los primeros diez años de su carrera. Trabajando en la Escuela Ortofrénica de Roma se propuso que los niños fueran lo más autónomos posible en actividades cotidianas como andar, vestirse o comer. Les daba objetos elaborados por ella para estimular sus sentidos. Finalmente logró, ante el asombro general, que varios aprendieran a leer y escribir.
En 1907 surgió la oportunidad que marcó su vida y su método: fue elegida para dirigir una guardería (o Casa de los Niños) en la que se recogía a niños que, demasiado pequeños para ir a la escuela, no podían quedarse solos mientras sus padres trabajaban. Montessori aplicó a estos niños los mismos métodos que había desarrollado con los discapacitados. Así, observó que los pequeños preferían centrarse en actividades prácticas –como vestirse, limpiar el aula o servir la comida– y que antes que juguetes tradicionales elegían para jugar los objetos sencillos diseñados por ella: cubos apilables, formas geométricas que debían colocar en sus respectivos huecos o instrumentos con los que se enseñaba a atar cordones o abrochar botones. El objetivo era estimular sus sentidos y favorecer su atención en una tarea concreta.
María se dedicó a promover su enfoque de educación centrado en el niño. Dio numerosas conferencias, escribió artículos y libros y desarrolló un programa para preparar profesores en el Método Montessori.
El recurso estrella, sin duda, era unas letras recortadas con las que los niños muy pequeños jugaban y a la vez aprendían a leer. «Mirando se aprende a leer y tocando se aprende a escribir», afirmaba Montessori ante una generación de profesores que creían en la disciplina y no en aprender a través del juego. La doctora defendía que había que dejar a los niños elegir libremente sus actividades –eso sí, dentro del catálogo proporcionado por ella– y que el papel del profesor debía quedar en un segundo plano, favoreciendo el desarrollo interno del niño sin coartarlo.
EL SALTO A LA FAMA
En 1909, Montessori publicó su primer libro, en el que recogía los principios y resultados de un método con el que esperaba ayudar a los niños a desarrollarse libres y plenos y así contribuir a mejorar la sociedad. Sus ideas ganaron fama mundial y su obra fue traducida a decenas de idiomas. Estados Unidos fue uno de los lugares en los que tuvo más éxito al principio. En 1914 viajó a este país y presentó sus ideas en el Carnegie Hall, la principal sala de conciertos de Nueva York. En la Exposición Universal de San Francisco de 1915 participó con un aula de cristal en la que se mostraba su método. A partir de entonces, sus escuelas se multiplicaron por el mundo.
Pero el éxito hizo que la reforma educativa de Montessori pronto se viera envuelta en polémicas. En 1911 Maria abandonó por completo la medicina y desde entonces sus ingresos dependieron de lo que ganaba por los cursos de formación de profesores y los derechos de sus libros y materiales educativos. El movimiento se convirtió en un negocio del que Montessori era una celosa guardiana: rechazaba a quienes querían adaptar sus ideas, y no permitía que nadie más que ella formara a los profesores, lo que le hizo perder muchos seguidores. Además, con el tiempo se consideró que sus planteamientos quedaban superados frente a quienes valoraban sobre todo el papel de la emoción en la niñez.
Portada de la revista Montessori, editada en Barcelona en 1935. Associació de mestres Rosa Sensat
El movimiento de Montessori también resultó afectado por las turbulencias políticas del siglo XX. En 1924, Maria comenzó a colaborar con Benito Mussolini. El dictador fascista vio en su método educativo un medio para mejorar la preparación de los italianos y así reforzar el Estado. Montessori, por su parte, vio en Mussolini un medio para que sus escuelas se extendieran. «No le podía importar menos la política, mientras pudiera continuar con su trabajo», afirmó una de sus colaboradoras.
Montessori despreciaba las aulas convencionales, donde “los niños, como mariposas montadas en alfileres, están sujetos cada uno a su lugar”. En cambio, buscó enseñar a los niños proporcionándoles materiales concretos y organizando situaciones propicias para el aprendizaje con estos materiales.
Pero Montessori no pudo cerrar los ojos durante mucho tiempo a la realidad del totalitarismo. En Alemania todas sus escuelas fueron clausuradas con la llegada al poder de Hitler y sus obras engrosaron las hogueras de libros de los nazis. En 1934, cuando Montessori se negó a que los alumnos de sus escuelas en Italia hicieran el saludo fascista, el régimen las cerró todas.
Maria se trasladó a Barcelona con su hijo y sus nietos. En España, el Gobierno de la Segunda República había fomentado su método desde 1931, pero el estallido de la guerra civil en 1936 cortó esta estancia. Entonces se instaló en Ámsterdam, donde de nuevo intentó poner en práctica su sistema. En octubre de 1939, un mes después de que estallara la segunda guerra mundial, dejó Holanda con la intención de hacer una gira de varios meses por la India. La invasión de los Países Bajos por Hitler le impidió regresar.
LA FASE MÍSTICA
Montessori había acudido a la India invitada por la Sociedad Teosófica, una organización esotérica cuyos principios coincidían con las ideas cada vez más místicas de la anciana. «Yo no tengo un método educativo, sino una especie de revelación», sostenía entonces. Empezó a hablar de «educación cósmica», ya que creía que su método ayudaría a los seres humanos a cumplir su función en el universo. En cualquier caso, el método Montessori fue recibido con ilusión en un país que enfrentaba el reto de educar a cientos de miles de niños desfavorecidos. «Se encontraba como en casa. Había sido rechazada en Europa y América, pero en la India cada palabra suya era absorbida», recordaba una de sus amigas.
LEGADO
Montessori escribió más de una docena de libros. Los más conocidos son "Método Montessori" y "La mente absorbente". Ella enseñó que colocar a los niños en un ambiente estimulante fomentará el aprendizaje. Ella veía al maestro tradicional como un "guardián del medio ambiente" que estaba allí para facilitar el proceso de aprendizaje autónomo de los niños.
Finalizada la segunda guerra mundial, Montessori regresó a Holanda y permaneció enormemente activa. Murió en 1952, a los 82 años, cuando estaba planeando un nuevo viaje. Y pese a las dudas y debates que provocó, los elementos principales de su método se convirtieron en pilares de la pedagogía moderna.
Una gran medida de iniciativa individual y autodirección caracterizó la filosofía Montessori, y la autoeducación fue la nota clave del plan.
El Método Montessori comenzó con la apertura de la Casa Dei Bambini original en el barrio pobre de Roma conocido como San Lorenzo. Montessori tomó a cincuenta niños desfavorecidos del gueto y los despertó a la emoción y las posibilidades de la vida. Al cabo de unos meses, vino gente de cerca y de lejos para verla en acción y conocer sus estrategias. Fundó la Association Montessori Internationale en 1929 para que sus enseñanzas y su filosofía educativa florecieran a perpetuidad.
Las Escuelas Montessori se han extendido por todo el mundo. Lo que Montessori comenzó como una investigación científica ha florecido como un esfuerzo humanitario y pedagógico monumental. Tras su muerte en 1952, dos miembros de su familia continuaron su trabajo. Su hijo dirigió la AMI hasta su muerte en 1982. Su nieta ha trabajado como Secretaria General de la AMI.
Para saber más:
Grazia Honegger Fresco. Montessori. Universidad de Valencia, 2021.
Rita Kramer. Montessori. Biblioteca Innovación Educativa, 2019.
Léa Todorov. 2023. Maria Montessori del libro. Cine
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