Siempre hablamos de Houston, Ford, Wilder, Kazan, Hitchcock... Y ¿ Por qué no de Berlanga?
08 julio 2024.- Año mil novecientos noventa y seis, acabo de terminar el Bachillerato en Alcalá de Henares, Madrid. Veo con mi hermano, esa ilustre figura que siempre me acompañará hasta siempre, el filme "El verdugo".
Quedo en trance. La película son dos películas. Mientras se produce la sucesión de los hechos, mi hermano interrumpe constantemente el visionado para decirme lo que está pasando. Y tenía razón, como casi siempre.
- "Se llama genialidad", me dice.
Yo asiento con incredulidad. Todo era como el nacimiento de nueva idiosincrasia, una manera diferente de ver la vida desde la ficción. Pero es que ese proceso de ficcionalidad era la forma de saber la realidad. Manfredi tiene que evolucionar en la vida para heredar un piso e Isbert se lo indica como un elefante a un humano. Sin palabras.
En "La vaquilla" representa lo que ya supuso Don Benito "El garbancero"; el enfrentamiento carnavalesco de las dos Españas que siempre pase lo que pase, se aislarán y ni se mirarán.
"Plácido", con Cassen como motorista, tiene que rescatar a un mendigo y pagar su vehículo a plazos, acompañado con López Vázquez, que es la extravagancia y el teatro del absurdo de Mihura.
"Bienvenido Mr. Marshall" es el sentido de la apertura económica de una nación lastrada y acomplejada, arrodillada ante la necedad y la imagen de la necesidad. Algo que jamás llega. La ilusión adormecida. Excelente. Fabulosa.
El delirio cómico, la ridiculización masiva de un estado envuelto en la máscara de la adulación y la permisividad continua hacia un progreso decadente.
Isbert, nuestro querido Pepe, aparece en las escenas como lo haría cualquiera de los abuelitas de las dos Castillas, con una naturalidad sorprendente.
López Vázquez parece caído del cielo, con una sonrisa tan descarada y a la vez tan chaplinesca que quedas atrapado.
Y los diálogos de Azcona. ¿ De verdad creen que eso no es literatura?
Se intuye un cierto desdoblamiento de una polis sucia, encanecida y envilecida por el ogro metal. Esa España que tiene que reconstruirse bajo el amparo de la jerarquía del cura, el maestro y el boticario. El campesinado alimentado bajo unos bueyes que aran con la cabeza agachada y unos bribones con sonrisa de " Joker".
¿ Se imagen a Feijoo, el literato, viendo estas escenas?
En mi caso, la primera película que vi, con mi querido hermano, fue un puñetazo en el estómago. Una sesión clínica de un especialista que te hace llorar y luego , te dice.- " Ánimo, la vida sigue".
Hilarante y conmovedora, como la España actual. Todo sigue igual.
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